Las ponencias del VII Congreso de Convergència confirman su apertura la política estatal
Participar activamente en la política estatal sin perder por ello su patente de catalanidad, de partido esencialmente nacionalista, que tan buenos dividendos electorales le ha reportado, es el principal desafío de Convergència Democrática de Catalunya (CDC) para los próximos meses, según reconocen sin ambigüedades los principales dirigentes del partido. La participación de CDC en una operación política de centro que actúe en toda España, excepto en Cataluña, País Vasco y Galicia, es una cuestión que, al menos públicamente, no encuentra una oposición organizada en el partido que dirige Jordi Pujol, tal como empezó a evidenciarse ayer entre los delegados presentes en la apertura del VII Congreso del partido, que se celebra en Barcelona. La dirección de Convergència ha conseguido impregnar en su militancia, durante los últimos meses, el convencimiento de que "sólo puede superarse el estatismo y antiautonomismo del PSOE" con una salida activa y decidida de CDC a la política estatal: la iniciada con el lanzamiento, a escala estatal, de la figura de Miquel Roca, y que hoy pasa por un acuerdo de colaboración con el Partido Reformista Democrático (PRD), un partido nacido casi exclusivamente para apoyar desde el resto de España la candidatura a presidente del Gobierno de aquel dirigente del partido catalán.La única ponencia esencialmente política que se debate en el congreso, Una estrategia para la Cataluña del año 2000, redactada por el comité ejecutivo del partido y que lleva el sello inequívoco de Jordi Pujol en toda su redacción, combina con habilidad, en sus 12 páginas, las reivindicaciones nacionalistas con la necesidad de "abrirse a España" desde la reafirmación del hecho nacional catalán.
"La principal razón de ser de nuestro partido es el nacionalismo", dice la ponencia en sus primeras líneas. "Impregnar toda nuestra sociedad de este espíritu nacional es la mejor garantía para hacer de Cataluña un país fuerte", señala más adelante. Y luego: "Más importante que la aplicación del Estatuto, es que Cataluña sea toda ella catalanista".
Una operación compleja
Pese a la unanimidad aparente en la dirección de Convergència -de hecho sólo el presidente del partído, Ramón Trias Fargas, y únicamente en privado, expresa las dificultades que comporta participar en una operación política de ámbito estatal-, en muchos cuadros del partido se detecta cierto temor, por entender que será muy difícil que CDC pueda mantener sus actuales cotas de reivindicación nacionalista sin mermar sus ambiciones en política estatal.El temor a un cierto rechazo por parte de sectores de la militancia a la participación en la política de ámbito estatal, se aborda en la ponencia invitando a dar un paso al frente y haciendo una llamada a la ilusión: "Nuestra apertura a toda la realidad española en el momento presente es uno de los principales desafíos que CDC tiene planteados y también uno de los más grandes que históricamente Cataluña ha tenido. Cataluña puede hacer ahora aportaciones importantes que, probablemente, son no sólo convenientes, sino también necesarias".
La ponencia advierte sobre "las grandes dificultades con que toparán los intentos que Cataluña haga para intervenir en el conjunto de España. Puede ser que se produzcan en Cataluña, pero hoy los mayores problemas surgirán desde fuera. La idea de que para actuar en España es necesario dejar de ejercer como catalanes está muy extendida. Con todo, Cataluña debe intentarlo, sin nostalgias ni reservas, pero también sin renuncias y sin sucursalismos".
La dirección de Convergència ha puesto en marcha mecanismos para contrarrestar el desgaste que pueda tener entre su electorado más nacionalista la entrada frontal en la política de ámbito estatal. En esta línea figura la vuelta al Consell Nacional del partido de algunos militantes históricos de CDC, como Francesc Gordo, que en breve puede incorporarse a la Consellería de Gobernación con un cargo importante) o el hecho de que el presidente de la mesa del Congreso sea el historiador y ex diputado autonómico Josep Maria Ainaud de Lasarte, una personalidad muy próxima a Pujol.
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