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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Del 'cine negro' al 'western'

Arthur Penn es un cineasta de talento y que se prodiga poco. Su poca fertilidad se debe en parte a que pone siempre en sus escasos filmes, que oscilan desde algunas películas frustradas a otras de máxima brillantez, ese endemoniado lastre que es la tensión perfeccionista. Cuando una película le sale bien a Penn hay, por ello, que verla una y otra vez con detenimiento, porque contiene mecanismos de alta precisión dentro de relatos tan perfectamente construidos, que a veces se ven con demasiada ligereza y pueden pasar erróneamente como fáciles, cuando realmente son complica dos y, a veces, muy complicados. Penn, a mediados de los años 50, afrontó en El zurdo un asunto muy elaborado ya en el western tradicional. Es el caso del adolescente asesino por excelencia, la enrevesada historia de Billy el Niño. En su fuero interno Penn consideraba que no había agotado las posibilidades de esta constante del western -abordada por muchos cineastas, desde King Vidor a Sam Peckinpah- y no perdió ocasión de volver a ella en cuanto se le entreabrió una puerta. Esta puerta fue un argumento no específico del cine del Oeste, sino más bien escorado hacia el relato negro, el thriller: las fechorías y el exterminio de un curioso y feroz gang histórico de los años 30, capitaneado por una pareja de amantes muy jóvenes. Ese es el origen de Bonnie and Clyde.

Así realizó Penn un experimento de altos vuelos en la historia del cine: imprimir la peculiarísima cadencia y el aliento de tragedia del western adulto a una historia que ocurre en otros escenarios y cauces históricos que los del cine del Oeste. Bonnie and Clyde es, con otros ropajes, un western puro, en el que el marco del cine negro absorbe la luz del itinerario y el precipitado abre caminos para lo que parecía -se realizó en 1967, en medio de uno de los augurios de muerte del western- un callejón sin salida.

En Bonnie and Clyde y La jauría humana, Penn abrió el camino final de la supervivencia del western: su conversión en lenguaje cinematográfico universal y, por lo tanto, aplicable a otras situaciones, otros escenarios y otras curvas de la historia que las que engendraron el western tradicional. Solo si se tiene en cuenta esto se podrán descubrir las audacias formales, a veces muy sutiles, de esta excelente película, que transcurre con aparente simplicidad, cuando es en realidad la sucesión en cadena de un conjunto de hallazgo! hilados con la maestría y la soltura que solo proporciona el dominio-de lo transparente.

Bonnie and Clyde es una triste y hermosa historia de amor; una despiadada autopsia de los bajos fondos de la sociedad estadounidense en los años que desembocaron y siguieron a la depresión del 29; una valiente incursión en el abismo de la muerte violenta como otra cara de la sexualidad oprimida; un retablo de figuras humanas dibujadas con envidiable seguridad sobre el marco oscuro de la miseria; una combinación, en línea sin rupturas, de la mayor delicadeza y la más atroz violencia; y es hasta una elegía sobre la capacidad de la gente humana para seguir siendo humana incluso en las situaciones de extrema inhumanidad. En Bonnie and Clyde, como todo gran filme, hay muchas cosas al mismo tiempo. Es un filme rico, trepidante, variado y al mismo tiempo denso, con una perfecta interpretación no solo de Faye Dunaway, Warren Beatty y Gene Hackman, sino del conjunto de actores secundarios, que en este caso poco tienen de tal, pues cada personaje, por mínima que sea su función, es parte de un engranaje colectivo de rostros que se cierra sobre sí mismo. Bonnie and Clyde se emite hoy a las 22.30 por la primera cadena.

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