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Rutina

Rosa Montero

Hace años que realiza el mismo recorrido. Eso es lo peor, es lo mas duro. Acaba de cumplir las bodas de plata con el banco. Un cuarto de siglo ya trabajando mas o menos en el mismo lugar, mas o menos con la misma gente y mas o menos haciendo lo mismo. Pero lo del banco tiene un pasar. Empezó muy joven y en este tiempo ha cambiado varias veces de mesa y otras tantas de categoría. Es rutina, sí, pero rutina disfrazada. Ademas esta el café a media mañana con los compañeros, y el charlar de las pequeñas novedades del dia a dia. Por ejemplo, a veces gana el Atlético de Madrid y a veces pierde. En fin, se va tirando.Lo verdaderamente insoportable es el trayecto. Porque la vida doméstica tampoco es una aventura trepidante, pero algún sobresalto sí que tiene. Cuando nacieron los niños, por ejemplo, o cuando empezaron a independizarse, que en eso andan ahora, en marcharse a vivir solos y en discutirle todo durante todo el tiempo. 0 sea, que tambien lo doméstico posee un camuflaje de ajetreo.

Sí, el cansancio reside en ese recorrido tan tedioso. Al principio, cuando se compró el primer coche, aquel seiscientos de hace casi 20 años, la cosa resultaba divertida. Era el placer de conducir, tan novedoso. Y ademas el tráfico era muy fluido. En un cuarto de hora se plantaba en el banco. Ahora tarda 45 minutos en llegar y 45 minutos en volver. En todal, una hora y media. Hora y media perdida de su vida cada dia. Hora y media encerrado en el coche, deteniéndose en los mismos semáforos, doblando las mismas esquinas, desesperándose en los mismos atascos, contemplando el mismo y limitado panorama. Porque el paisaje del conductor carece de cielo y consiste en un puro pedazo de asfalto, unos faros, el culo de un vehículo. A veces, cuando esta atrapado en un tapón de tráfico, el aburrimiento le revienta por dentro y parece pringarlo todo, el banco, la casa, la mujer, los hijos, la vida, su vida entera.

Sólo tiene 46 años. Le quedan 20 mas de ir y venir. Eso es lo mas desquiciante, lo angustioso. Porque atrapado en ese congelado mar de chapa y gasolina sólo existe la sinrazón, la futilidad y la rutina.

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