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Finalizó el congreso del partido en el Gobierno

Felipe González desoyó protestas y críticas en la elaboracion de la lista de la nueva ejecutiva del PSOE

El secretario general del PSOE, Felipe González, consiguió sorprender a todos ayer en la jornada de clausura del 302 congreso de su partido: en el último momento decidió designar al dirigente socialista vasco Txiki Benegas como secretario de organización de la comisión ejecutiva federal, lo que le convierte de hecho en el número tres del partido. La ejecutiva, elaborada tras ocho horas de deliberaciones y en la que sólo se registraron cuatro nuevas incorporaciones, fue aprobada por el 95% de los votos de los delegados asistentes a la sesión de clausura. Esta sesión consistió en un duro discurso del secretario general de UGT, Nicolás Redondo -"tal vez nos estemos equivocando en el rumbo", advirtió- y en una triunfalista intervención final de González, que aseguró que el PSOE ganará las elecciones legislativas de 1986.

Felipe González, presidente del Gobierno y secretario general del .PSOE, desoyó protestas y críticas y, un cuarto de hora antes del comienzo de la sesión de clausura ,del 30 Congreso socialista, logró cerrar la lista de la nueva comisión ejecutiva de su partido. La novedad más destacable en esta lista, que sorprendió a los propios interesados en la mañana de ayer, consistía en el ascenso del secretario general del Partido Socialista de Euskadi (PSE-PSOE), Jose María Txiki Benegas, al cargo de secretario de Organización, que presumiblemente deberá simultanear, por ahora, con sus tareas en el País Vasco. Con ello, Benegas se convierte en un teórico número tres del PSOE, tras González y Guerra, dado que el reelegido presidente, Ramón Rubial, ocupa funciones prácticamente simbólicas. González, que obtuvo plenos poderes para elaborar la ejecutiva del partido en solitario, no comunicó a nadie sus planes relacionados con la nueva dirección del partido para evitar "presiones y chantajes" a la hora de la votación de las enmiendas sobre la permanencia de España en la OTAN; también, para sustraerse a cualquier intento de los llamados barones regionales de aumentar sus cuotas de poder en los órganos rectores del PSOE, según indicaron fuentes oficiosas. Por otro lado, y pese a sus declaraciones de que "nada sabía" sobre la elaboración de la lista de la nueva ejecutiva, el vicesecretario general, Alfonso Guerra, logró que los cuatro únicos nuevos nombres que se incorporan a la dirección del partido correspondan a figuras que son cercanas a sus tesis.Cuando Benegas llegó, pasadas las diez de la mañana de ayer, al Palacio de Congresos y Exposiciones, dispuesto a asistir a la sesión de clausura de los cuatro días de congreso socialista, se sorprendió cuando un vigilante de la puerta le dio la noticia: en la última lista, confeccionada después de las cinco de la madrugada de ayer, Felipe González había decidido variar sus criterios -hasta esa hora, la decisiva secretaría de Organización era disputada por Manuel Chaves y Galeote-, designando a Benegas para este cargo.

El desconcierto fue evidente hasta el mediodía: la ejecutiva saliente celebró una reunión de urgencia, en la que González explicó las razones de los cambios, señalando que ni Chaves ni Galeote hubiesen ofrecido la deseada imagen de cambio al frente de la organización del partido. De acuerdo con varias fuentes asistentes a la reunión, los reparos de Benegas, que aludió a las iniciadas conversaciones con el PNV para llegar a un pacto de legislatura en Euskadi, fueron desestimados por el presidente, quien consideró que se podrían simultanear las nuevas funciones en la ejecutiva federal con la secretaría del PSE. Y ello, pese a que la secretaría de Organización deberá preparar y supervisar los decisivos congresos regionales socialistas, que tendrán lugar en el primer trimestre de 1985, algunos de los cuales se presentan fuertemente conflictivos. En el curso de la discusión, que llegó a adquirir perfiles tensos, el presidente del Gobierno invocó incluso el hecho de que Benegas "de todas formas" tiene que venir a Madrid con frecuencia para asistir a los plenos del Congreso, olvidando que Benegas ya no es diputado en las Cortes generales.

Chaves y Galeote

Paralelamente, en la reunión se acordaba que Carmen García Bloise, hasta entonces secretaria de Organización y que había librado una dura batalla por permanecer en el cargo, aceptaría descender hasta ocupar tan solo una vocalía en la ejecutiva, si bien teóricamente seguirá asistiendo a Benegas en las tareas de Organización. Galeote y Chaves, que, junto con Benegas, continuarán siendo hombres fuertes del partido, ocuparán las secretarías de Comunicación y Economía, respectivamente, pese a las críticas suscitadas por la labor realizada hasta ahora por el primero al frente del área de Imagen. También Enrique Múgica, que anteriormente ocupaba un modesto lugar secundario en la dirección, asciende a la Secretaría de Política Institucional.

La ceremonia de clausura del congreso, con la ejecutiva cantando La Internacional puño en alto -excepción hecha de González, Múgica, Galeote y Emilio Alonso-, no logró hacer olvidar la sensación de malestar privadamente transmitida por muchas de las figuras claves del PSOE, a la vista del nuevo reparto de poder.

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La irritación de los llamados barones regionales era patente: el valenciano Joan Lerma no había lo grado tener ningún representante -a última hora propuso a Joan Romero- en la ejecutiva, y lo mismo le ocurrió al madrileño Joaquín Leguina, quien, en el último momento -pasada la una de la tarde-, vio descabalgado de la lista a su candidato, José Acosta, ante la necesidad de colocar en la misma al presidente del grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados, Javier Sáenz Cosculluela.

A su vez, la delegación vasca, comenzando por el propio Nicolás Redondo, no escondía su preocupación ante las consecuencias que podría tener la "ida a Madrid" de Benegas. Los descabalgados de la ejecutiva, entre ellos dos ministros, tampoco ocultaban cierta indignación ante la "manera inédita" como González había, elaborado, esta vez, la nueva dirección del partido, sin consultar a nadie y teniendo a los interesados en vilo hasta el último instante. Uno de estos últimos se refirió, con tristeza, a palabras pronunciadas por Felipe González durante el debate del día anterior: "el partido tiene que ser duro como una piedra". Todo ello no impidió, empero, que la lista de la nueva ejecutiva fuese elegida por un 95% de los votos, si bien algunos nombres, como el de Guillermo Galeote, obtuvieron una cierta votación de castigo (91%).

Tan solo los miembros de la corriente crítica Izquierda Socialista parecían mostrarse satisfechos, dado que la votación de la lista de 36 de los casi 150 miembros del comité federal que se elegían en este congreso les dió algo más de un 30% de las papeletas; ésto les permitió colocar a nueve personas en el comité, máximo órgano decisorio del PSOE entre congresos.

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