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Reportaje:LOS CLAROSCUROS DE LA GUERRA CONTRA LAS DROGAS

Una hoguera de 10.000 millones de dólares

México quema en el desierto de Chihuahua el mayor alijo de marihuana de la historia

, Los cultivadores de plantas alucinógenas arriesgan en México, junto a largos años de cárcel, la pérdida automática de sus tierras. El presidente Miguel de la Madrid ha dado instrucciones en este sentido. Tras la incautación del mayor cargamento de marihuana descubierto en el mundo: 8.000 toneladas de hierba prensada, que en el mercado norteamericano tienen un valor de 10.000 millones de dólares, según estimaciones de Manuel Mondragón, coordinador social de la procuraduría.El Estado norteño de Chihuaha, que dio nombre a una raza de perros diminutos, puede entrar desde ahora en la enciclopedia Guinness de récords. Montañas de marihuana han ardido durante siete días entre el umbral del desierto y la sierra de Tarahumara, cerca le la frontera con Estados Unidos, en un espectáculo que constituiría sin duda la pesadilla más atroz para un fumador de porros.

Ejército y agentes judiciales cayeron por sorpresa, en una operación conjunta llamada Pacífico, sobre cinco ranchos dedicados al cultivo y almacenamiento de la hierba en los municipios de Villa Aldama y Jiménez. Más de 7.000 campesinos, contratados por todo el país para recolectar manzanas con un salario de 5.000 pesos diarios (unas 4.200 pesetas), se dedicaban a seleccionar las distintas variedades de marihuana en un régimen de aislamiento total, rodeados de gorilas fuertemente armados.

La hacienda Búfalo, la mayor de todas, con una superficie de 9.500 hectáreas, había equipado sus cultivos con avanzados sistemas de riego por aspersión. En sus barracones se hacinaban más de 2.000 labriegos venidos de Guerrero y Sinaloa. Durante 25 días trabajaron desde las seis de la mañana hasta las diez de la noche, siempre bajo la atenta mirada de los guardaespaldas, sin recibir un solo peso, aunque la costumbre aquí es pagar por quincenas.

Régimen esclavista

Jamás probaron carne, "sólo sopas y a veces frijoles". El agua llegaba cada tres días en camiones tanques, cuando el olor humano era ya insoportable en los barracones.

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"Nos chingaron retebonito", dice Otilio Mellín, de regreso a su humilde casa de San Luis de la Loma, Estado de Guerrero, después de haber vivido casi un mes en el campamento de Ojinaga. "Qué vamos a decir a nuestras familias cuando nos vean regresar sin dinero y tengamos que pagar tantas deudas que tenemos encima". Varios recolectores murieron a culatazos por negarse a trabajar en un régimen de esclavitud, según testificaron sus compañeros ante los agentes judiciales. Otros muchos perecieron de hambre y sed al internarse en el desierto por temor a que la justicia pudiera presentar cargos contra ellos. La Pro curaduría empleó 15 helicópteros y 10 aviones para rastrear el de sierto chihuahuense en busca de los fugitivos. El criterio judicial ha sido encausar a propietarios y guardaespaldas y poner en libertad a los campesinos, por entender que éstos fueron contratados bajo engaño y que una vez en los campamentos no podían rehusar el trabajo por la amenaza de las armas. Lo que nadie podrá compensarles es el mes de trabajos forzados.

Este multimillonario negocio de la marihuana, en un país que creía desterrado su cultivo masivo, ha sorprendido a todos menos a los habitantes de Villa Aldama y Jiménez. El párroco de este pueblo, Carlos Tarango, dice que era un secreto a voces del que todos sabían menos las autoridades.

"Como en las películas de vaqueros", dice el cura, "nos invadieron los malditos, pero no vomitaban balas, sino billetes. Compraban a riguroso contado camiones, comida, lo que fuera". Todo el mundo hablaba de misteriosos movimientos en los ranchos vecinos, de gente armada hasta los dientes que custodiaba las tierras a bordo de camionetas Bronco todo terreno.

Las 8.000 toneladas que se quemaron en enormes piras no se habían cosechado sólo en los ranchos de Chihuahua. Éstos habían llegado a convertirse en un gran almacén de la marihuana que se produce en toda la franja del Pacífico (Sinaloa, Guerrero, Oaxaca), a la que los traficantes norteamericanos conocen como Mexican gold.

Corrupción a gran escala

Los agentes de la Procuraduría se preguntan cómo pudo llevarse a cabo este enorme tráfico a través de todo el país sin que nadie se diera por enterado: ni la policía de caminos, ni los agentes federales, ni las autoridades municipales. Un enorme olor a corrupción en gran escala rodea todo el asunto. La justicia ha prometido investigar a fondo. Entre los detenidos menores (los grandes capos lograron escapar) hay tres miembros de la Policía Federal de Seguridad.

México, que hasta hace una veintena de años fue el principal suministrador de marihuana de Estados Unidos, ha venido fumigando sistemáticamente las plantaciones con poderosos herbicidas en una acción combinada del Ejército y la Procuraduría. El escándalo de Chihuahua ha revelado, sin embargo, que el mercado norteamericano es lo bastante tentador para reconstruir el negocio en pocos meses. Las ganancias son tan fabulosas que permiten crear rápidamente una extensa red de complicidades.

Sólo así se explica que los ranchos incautados absorbiesen gran parte de la producción nacional mientras las autoridades locales hacían oídos sordos a lo que todo el mundo sabía.

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