Esther Graffina,
una joven canaria de 18 años de edad, habría sido la primera mujer en realizar el servicio militar obligatorio en España de no percatarse a tiempo de que la citación recibida en su domicilio, en la calle de Venegas, en Las Palmas (Gran Canaria), era producto de una pifia del funcionario de turno de la Junta Municipal de Reclutamiento del Ayuntamiento de la citada capital insular. A la desconcertada joven no le sobresaltó tanto su llamamiento a filas como que se pusiera en duda su condición femenina. Graffina García, un insólito mozo, confesó que tampoco le amargaba la idea de alistarse en el Ejército. El próximo año se inscribirá en los cursos de la Policía Nacional, "un trabajo que me gusta y que es agradable", según dice. Ahora acudirá al servicio de quintas para aclarar el entuerto y evitar que la reclamen por prófuga.
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