Triunfo del laborista Hawke en las elecciones australianas, aunque reduce su ventaja sobre la oposición
El primer ministro australiano, el laborista Bob Hawke, de 54 años de edad, seguirá otros tres años al frente del Gobierno, tras la victoria conseguida por su partido en las elecciones legislativas celebradas ayer. Sin embargo, y en contra de todas las predicciones de los sondeos de opinión, los laboristas han visto reducida su ventaja en la Cámara baja sobre la oposición conservadora de 30 a 15 escaños. Tras el cómputo de las dos terceras partes de los votos emitidos, los laboristas parecían haber conseguido 76 diputados, y la coalición de los Partidos Liberal y Nacional Agrario, 63. Los nueve escaños restantes estaban aún indecisos.
De acuerdo con los resultado provisionales, los laboristas de Hawke han conseguido el 48,3% de los sufragios, y la coalición conservadora, en la oposición, el 44,2%. Este resultado supone una pérdida superior al 1% por parte de los laboristas con respecto a las anteriores elecciones australianas, hace 20 meses.El retroceso laborista ha causado profunda sorpresa entre todos los comentaristas, que, sin excepción, y de acuerdo con las previsiones de las encuestas, habían vaticinado un incremento de los votos del partido en el poder entre un 1% y un 2%.
Lo primeros comentarios tras conocerse los resultados provisionales ponían de relieve que en estas elecciones todo el mundo aparece como ganador: los laboristas, por mantenerse en el poder; los liberales, por mejorar su posición, y el líder de la oposición, Andrew Peacock, por el que nadie apostaba hace una semana, por mantenerse y afianzarse en su puesto.
El primer ministro se felicitó por su reelección: "Hemos ganado y hemos conseguido una mayoría con la que podemos trabajar", declaró anoche Hawke en una conferencia de prensa. Más radiante aún apareció Peacock ante los periodistas. Tras felicitar a Hawke y al partido en el Gobierno, el jefe de la oposición habló de un "resurgimiento" del Partido Liberal.
También puede decirse que casi todo el mundo pierde: los laboristas han perdido votos y escaños en unas elecciones anticipadas que no tenían por qué convocar; y los liberales, a pesar de recuperar escaños, han perdido un 0,3% de los votos. El gran ganador de las elecciones australianas ayer fue el voto nulo, que llegó casi al 7%.
En un país donde el voto es obligatorio, el voto nulo debería interpretarse como voto de protesta, y son muchos los que así lo consideraban ayer. Protesta contra los políticos, especialmente por parte de la juventud. Pero hay también un factor de dificultad del sistema mismo de votación que exige a los electores enumerar sus preferencias entre todos los candidatos. Los cambios introducidos este año en el sistema pueden haber constituido una causa importante de anomalía que, en tal caso, no tendría significado político.
El recuento para el Senado se desarrolla lentamente. A la hora de cerrar la presente edición aún no se disponía de datos indicativos. Las previsiones indicaban que, en esta Cámara, que sólo sacaba a votación 46 de sus 76 escaños, los laboristas no alcanzarían mayoría absoluta.
Un pragmático
Hawke, que convocó las elecciones cuando su mandato sólo estaba mediado, es enormemente popular en Australia. Desde su llegada al Gobierno, su pragmatismo le ha permitido navegar entre las alas izquierda y derecha del laborismo, al mismo tiempo que mantenía satisfechos a los sindicatos y a los hombres de negocios. Su experiencia de 10 años al frente de la principal central sindical del País le fue de indudable ayuda para lograr un acuerdo para reducir la escalada inflacionista y moderar las subidas salariales.Su labor como primer ministro ha estado marcada por el intento de reestructurar la sociedad australiana mediante una mejor distribución de la riqueza y una modernización de la industria mediante la aplicación de las nuevas tecnologías.
El periodo de gobierno de Hawke ha estado relativamente libre de conflictos. La suerte ha sido también su aliada, ya que, durante su mandato, cayeron las lluvias que se esperaban hacía años y acabó una desatrosa sequía, con lo que se facilitó la recuperación económica.
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