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Angel Luis Fernández

Director de fotografía de una treintena de películas del último cine español

Está esperando que salga el sol, desde hace semanas de este noviembre lluvioso, para poder hacer unas tomas. No es un temporero, pero su trabajo depende en muchas ocasiones de la climatología. Necesita luz. Es una de esas personas de la cinematografía española que, a pesar de desarrollar una importante labor en las películas apenas se le nota en los títulos de crédito. Y, sin embargo, Ángel Luis Fernández ha dirigido la imagen de una treintena de filmes de los más conocidos del espectador español, desde Tigres de papel a muchos más, varios de ellos actualmente en cartel, en los últimos cinco años.

Desde aquellos Tigres de papel, que dirigió Fernando Colomo, este madrileño de Tetuán de las Victorias, de 37 años recién cumplidos, casado y con un hijo de 10 meses, ha puesto el ojo técnico a la mayoría de las películas de la, por ahora, última generación del cine español. Iba para ingeniero aeronáutico, pero cambió el compás y el tiralíneas por el objetivo e ingresó en la extinguida Escuela Oficial de Cinematografía (EOC). Contemporáneo de los Colomo, Uribe, Betancort..., es uno de los pocos directores de imagen de los últimos años de aquella escuela, junto a Aguirresarobe (La fuga de Segovia, La muerte de Míkel, El jardín secreto), Ruiz Anchía (Valentina) y Trujillo (Las bicicletas son para el verano), que trabajan en el cine en la actualidad. Y, sin embargo, estuvo en trance de no terminar la carrera.A punto de finalizar sus estudios en la EOC, un problema de criterio con el director Juan Julio Baena a la hora de iluminar una de las películas de prácticas le truncó la obtención del título. Como contrapartida, la concesión de una beca como cooperante en Brasil le llevó a la Universidad Pontificia de Porto Alegre como profesor de Cinematografía en la facultad de Medios de Comunicación Social. Aprovechó su estancia brasileña para conocer los variopintos paisajes -una de sus debilidades- del continente suramericano. Pero se cansó de su trabajo docente, porque en aquel centro imperaba la compra de títulos y la corrupción estaba a la orden del día. Regresó a Madrid con el tiempo justo para examinarse en la última convocatoria de su especialidad antes de la clausura de la escuela. Entonces comenzó la batalla para conseguir trabajo en un cine que apuntaba hacia un buen futuro, pero tambaleante ante el presente político que atravesaba el país.

Trabajó como fotógrafo de Prensa, hizo algunos documentales industriales y publicidad barata, pero siguió en su lucha por entrar en el séptimo arte. Y su oportunidad le llegó con la película de Colomo. Con su condiscípulo realizó también La línea del cielo y Estoy en crisis. Trabajó también con el tándem Trueba-Ladoire (ópera prima, A contratiempo, Sal gorda), pero con quien le encanta trabajar -"en sus películas pide opinión a todos los que participamos, promueve la creatividad"- es con Pedro Almodóvar (Entre tinieblas, Laberinto de pasiones, ¡Qué he hecho yo para merecer esto?).

"Busco la creatividad en cada una según la historia que en ella se cuenta", señala Ángel Luis Fernández. Se divierte pintando, practica el buceo submarino y -ha conseguido el título de piloto civil- cuando puede se sube en una avioneta para contemplar el paisaje a vista de pájaro.

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