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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Comidas de negocios

Acabo de leer el editorial Comidas de negocios (EL PAIS, 12 de noviembre), y sí, ése es el título que uno (y supongo que no seré el único entre la gran y silenciosa tropa de ingenuos) estaba esperando desde hace semanas, porque estoy convencido de que la gran mayoría de los que en su día votamos al socialismo, y con él al cambio, no pensábamos desde luego que se iban a resolver mágicamente todos los problemas existentes, ni siquiera en 5, 10 o 20 años, pero sí creíamos, por el contrario, que la sociedad (esfera privada y pública) iba a dar un verdadero vuelco en las pautas de comportamiento social que durante decenios se nos habían impuesto y que nos repugnaban; pero, ¡oh decepción!, en este aspecto, que equivocadamente considerábamos de rápida implantación, las cosas están cambiando poco, o al menos no con la intensidad deseada.Y es que ya es desalentador (aunque parece que menos evitable) que en una situación como la actual los altos dirigentes del sector privado discutan los gravísimos problemas del país al amor de la lumbre de un Montecristo y bajo la cobertura de la tartaleta de salmón, pero ese desaliento se troca en indignación al comprobar que algunos sectores de los llamados poderes públicos participan o, cuando menos, toleran tal comportamiento.

Al socialismo y a algunos socialistas les sobran (o les debieran sobrar) coches oficiales, cócteles, cenas de gala, actitudes arrogantes revestidas de condescendencia y tantas otras cosas que parecían ser patrimonio único de situaciones anteriores felizmente ya superadas.

El socialismo y todos los socialistas, en su actuación pública, deben autoexigirse austeridad, sencillez y, en suma, sensibilidad para solidarizarse con la situación angustiosa de tantos cientos de miles de ciudadanos.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
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Se me podrá argumentar que esta carta es demagógica (aunque pienso yo que lo demagógico es un pre-juicio que sólo puede constatarse cuando un comportamiento posterior contradice una idea u opinión expresada y asumida como propia), que la cuestión es baladí, que lo importante es resolver los grandes problemas nacionales, etcétera. De acuerdo, puede que todo esto y más sea cierto, pero, en mi modesta opinión, lo que acabará por caracterizar la actuación de este tan mayoritariamente deseado Gobierno socialista, y estimo que la gente así lo percibe y juzgará en su día, será, tanto o más que su capacidad de gestión, la que demuestre, dando él ejemplo en primer lugar, al haber sabido impregnar a la sociedad en su conjunto de nuevos hábitos de comportamiento sociales e individuales.-

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