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La radicalización de la reconversión naval

¿Dónde está la alegría de Perlío?

Manuel Rivas

"La alegría de Perlío, ¿dónde está?", canturrea José Vizoso, de 58 años, propietario de un mesón restaurante, mientras recorre la estancia, blanca y desértica, del amplio comedor. "Aquí han celebrado el banquete de boda muchísimos de Astano". En los años cuarenta, antes de emigrar a América, trabajó en el astillero. "Fui uno de los primeros; hacíamos pequeños pesqueros de madera". Hilvana recuerdos mientras pasea por la estancia vacía. "Ahora hasta parece que la gente no se casa".

Quienes sí se casaron hace ya nueve años fueron Miguel L., de 28 años, y Carmen S., de 30. Tienen una niña de siete años y un niño de tres meses. Miguel siguió el camino de otros compañeros del astillero y ha decidido esterilizarse, aprovechando un programa de vasectomía del Consello Galego da Saude. Pastor Alonso, el médico promotor de este método, habla de la operación en términos propios del momento: "Es como levantar una barricada".

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"Nunca he visto caras tan largas como las de aquí desde hace un año", dice Tino Silva, de 40 años, propietario del bar La Cepa y antiguo trabajador de Astano. Aquí, en Fene, donde Vizoso y Silva tienen sus establecimientos, todo gira en tomo al astillero. Aquí vive casi la mitad de la plantilla, 2.500 trabajadores, y cada llamada de solidaridad, sea cierre del comercio, paro total o manifestación, es seguida como en Fuenteovejuna. El Ayuntamiento de Fene ha puesto en marcha una emisora municipal donde tienen voz directa los trabajadores, y que es como la sirena de un barco en peligro.A pesar de las caras largas, o quizá por eso, el 25 de noviembre se inaugurará en Fene el primer Museo del Humor de Galicia. Su impulsor es el autor más representativo del tebeo gallego, Xoaquín Marín, trabajador de Astano desde los 14 años. Lleva mucho tiempo agotando tiras de ironía. En 1977 ya hizo un dibujo con la monumental grúa-pórtico del astillero llena de telarañas.

Conmoción en El Ferrol

El corazón de Fene late con Astano. Al otro lado de la ría, El Ferrol se conmociona. En el pasado, cuando los astilleros entraban en crisis, crecia la hierba en los enlosados. "Esta es una ciudad lógica en un entorno mágico". La definición es de un hijo predilecto de la villa, el escritor Gonzalo Torrente Ballester.Durante la semana, El Ferrol madruga, suda, funciona con ritmo de biela y después se dispersa en el entorno de una comarca llena de matices donde aún late la sociedad agraria y marinera. A veces estalla. Maduran las uvas de la ira, y entonces el resto de los gallegos vuelve los ojos hacia su propio norte.

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