Ante el riesgo de caer en una euforia excesiva
La bolsa ha demostrado a lo largo de esta semana que el análisis fundamental del mercado siempre debe de ir acompañado del análisis técnico. El estudio de uno y de otro suele ser la mejor receta -aunque nunca infalible- para averiguar las futuras tendencias.Así, en la pasada tanda, los datos objetivos de la marcha bursátil apuntaban invariablemente hacia un repunte alcista. Muchos valores habían sufrido importantes retrocesos y sus precios se habían situado a niveles realmente interesantes. Además, la proximidad de la reconversión de unos 800.000 millones de pesetas en pagarés del Tesoro en poder de las entidades financieras a mediados del próximo mes ofrece cierta seguridad de que una buena parte de estas pesetas llegarán a la renta variable. Por si eso fuera poco, el final de año es propicio para que los contribuyentes busquen sus desgravaciones.Hasta ahí llegaba el análisis fundamental, reforzado por el examen de la marcha de las empresas concretas y de sus políticas de dividendos. Por eso es absolutamente normal que en esta etapa, cuando la mayoría de los expertos piensa que la bolsa ha dado ya casi todo durante este año, se impongan los criterios de selectividad entre sectores y sociedades concretas. Y por eso las empresas saneadas han obtenido algunas pequeñas ganancias incluso cuando la bolsa descendía.
Pero el análisis técnico, por el contrario, preveía que el índice general debía descender hasta cotas próximas al 137%. El mercado dio la razón a esta teoría, ya que el miércoles el termómetro de la bolsa marcó 137,69%. A partir de ese momento, tanto el fundamental como el técnico indicaban una recuperación significativa, aunque no tan importante como la registrada dos meses atrás.
Y otra vez el sector eléctrico se constituyó en el motor de la contratación, a pesar de que los operadores dejaron de pensar tanto en los aspectos concretos de las negociaciones sobre intercambios de activos, de reparto de mercados y de compensaciones, para poner más énfasis en la marcha concreta de las empresas. Ésa es la tónica básica del momento, que su distorsionó el viernes ante la publicación de que en la semana entrante puede alcanzarse un acuerdo definitivo en estos temas.
La subida registrada en ese momento -1,87 puntos el índice general y 6,17 en el del sector eléctrico- superó todas las previsiones, y bastantes expertos consideran que se corre el riesgo propio de todas las situaciones de excesiva euforia: la posibilidad de que la mejora no esté suficientemente consolidada. Cualquier contranoticia, en el sentido de que los pactos eléctricos queden para más adelante -hipótesis nada despreciable, en vista de las dificultades que aún subsisten- podría suponer un nuevo retroceso.
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