La industria gallega quiere una escuela de diseño
La moda que surgió de la nada mueve 50.000 millones de pesetas anuales
Durante cinco tardes seguidas la moda gallega ha ocupado la atención de estudiantes, aficionados, profesionales y representantes de la Administración, quienes acudieron a Orense a un curso de moda organizado por la universidad de Santiago. El objetivo principal era analizar el fenómeno de la moda que en Galicia ha cobrado un auge inusitado, dado que este sector industrial representa 20.000 puestos de trabajo y una facturación de 50.000 millones de pesetas. Sólo en 1983 exportaron por valor de 490 millones de pesetas en 1983. En las mesas redondas y ponencias hablaron todos; Administración, industriales, diseñadores, escritores de moda... Pero los auténticos protagonistas de estas jornadas fueron los diseñadores-industriales de las firmas gallegas de moda: Cafre, Caramelo, D'Aquino, Florentino, Pressman, Roberto Verinno, Unicen-Mazzarel y Cristina Fernández. En esta mesa redonda se apreció la ausencia de Adolfo Domínguez, quien la noche anterior había pronunciado un discurso, Diseño y modernidad, que resultó agresivo y, para algunos, abrasivo, ya que no escatimó adjetivos para llamar a los industriales españoles incultos, y decir que Galicia está en el neolítico y que la diferencia entre el industrial italiano y el español es que el primero, después de trabajar, se va a la Scala, mientras el segundo se va a cenar. Domínguez pretende intelectualizar la moda, y para argumentarlo dió un breve repaso por la historia de España y sus perniciosos efectos sobre la industria. Explicó que la razón de que este país carezca de diseñadores industriales empezó con los Reyes Católicos por haber expulsado a los judíos y a los moriscos. Felipe II tampoco está exento de culpas, ya que prohibió a los estudiantes viajar a otros países durante la Contrarreforma e impidió con ello que la sociedad española mejorara su productividad. Afirmó que hoy día existe una lucha entre la España negra y la modernizadora, que los intelectuales latinos tienen la mentalidad todavía una-muniana de el arte por el arte, y que la inteligencia desprecia a la industria y las fábricas. "Viviendo como vivimos en día en una sociedad de consumo, no es de extrañar que EE UU se nos imponga con la Coca-cola, las computadoras y los vaqueros. España no ha sabido aplicar el diseño o el arte con el talento científico en las fábricas". Para este orensano, que no se siente gallego, sino hijo de la cultura occidental, el reto es "transformar la pequeña empresa pobre en una gran empresa industrial y para ello hay que potenciar el diseño". Dejó claro que para él "una computadora es tan bella como la Quinta de Mahler" y aprovechó la tribuna para criticar el plan urbanístico de Orense, "que se ha hecho en interés de unos pocos" y "que el diseño, como el urbanismo, no es de derechas ni de izquierdas, sino bueno o malo".El trasfondo de este debate y del curso de moda es la creación de la futura escuela de diseño, que tanta importancia está cobrando por los novios que la solicitan: la Universidad de Santiago, que quiere dar rango universitario a la moda, con título incluido, y la Xunta de Galicia donde gobierna Alianza Popular. Ninguno de estos patrocinadores acompaña sus propuestas con una financiación sólida. La tercera y más factible, al parecer, es de carácter privado, y dependería de la Diputación de Orense y la Caja de Ahorros Provincial. Ambas instituciones han dado ya un primer paso al aprobar tres millones de pesetas para que, en tres meses, una persona comisionada visite las mejores escuelas de diseño del mundo y a su término elabore un proyecto sobre el funcionamiento y dotación de una Escuela Gallega de Diseño.
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