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El 'manual del corruptor' conmociona a los políticos italianos

Juan Arias

Adriano Zampini, perito mercantil, ha escrito en la cárcel, donde ingresó hace unos meses acusado de haber sobornado a buena parte de la clase política de Turín, lo que ha sido bautizado ya como el manual del corruptor, cuyo texto ha conmocionado a la clase política italiana. Zampini -que ingresó en prisión arrastrando con él a medio Ayuntamiento- relata el método que ha de seguirse para sobornar a un político. hasta ahora, los implicados son 19 personalidades, varios partidos de la Administración de la ciudad. El lunes próximo serán juzgados por el Tribunal de Primera Instancia.

Las artes para corromper a un hombre político, expuestas por Zampini al semanario L'Espresso, han causado conmoción en la clase política por lo burdas, y sinceras que son al mismo tiempo."Un día% afirma Zampini en su manual del corruptor, "cuando tenga que explicar a mi hijo por qué su padre ha estado en la cárcel, le confesaré qué el 90% de las personas que se encontrará en su camino para hacer un negocio son corruptos. Y le diré que si no desea participar en estas operaciones es mejor que se encierre en un convento o se haga drogadicto".

Según este personaje, que ha hecho temblar a la laboriosa ciudad de Turín y enfermar del disgusto que recibió a su prestigioso alcalde, comunista, Diego Novelli, nada hay más fácil en Italia que hacer caer en la tentación de corrupción hasta a los hombres políticos más serios: "Basta", dice , "una oficina en un lugar céntrico, bien amueblada, con una secretaria guapa, inteligente y simpática y una sociedad con un nombre pomposo, de la cual es necesario ser presidente o administrador delegado".

Puntualiza que su método no le ha fallado nunca; cuenta sin pudor que Cuando le detuvieron había repartido ya más de 200 millones de pesetas a hombres políticos de la ciudad y que estaba a punto de meterse en el bolsillo, ilegalmente, más de 2.000 millones de pesetas procedentes de las arcas estatales.

Y su tesis es que el pecado y la tentación de corrupción son una planta que crece hoy, en todo el país. Y está tan convencido del método por él usado que afirma: "Si me pusiese una peluca rubia y me cambiase el nombre, en poco tiempo conseguiría hacer en otra ciudad lo que he hecho en Turín". Y explica que su método es infalible "porque se apoya en los puntos más débiles que cada uno de nosotros tiene".

El lenguaje del dinero

El cínico criterio de Zampini es que en Italia es difícil trabajar en el campo de los negocios, sobre todo de los que dependen de la Administración pública, sin el aval de un político, que casi siempre entiende sólo el lenguaje del dinero. "Y si no lo haces tú", afirma, "lo hará otro". Por eso explica a sus futuros alumnos que lo importante cuando un hombre político llega a un cargo interesante es presentarse a él enseguida y empezar sin perder tiempo la campaña de corrupción.Explica, por ejemplo, que uno de sus casos le costó buenos madrugones durante varios meses para acompañar a la sauna al político que se había señalado como blanco.

Con algunos utilizó el método de organizar un viaje científico a Estocolmo, lejos de las miradas indiscretas- de la ciudad provinciana de Turín y de sus respectivas esposas: "Acabamos todos", dice Zampini, "en un burdel de homosexuales, tirándonos puñados de caviar a la cara. Éramos seis y nos gastamos 250.000 pesetas". Pero aquella complicidad, comenta el personaje, arregló bien otros asuntos.

El problema de la corrupción política italiana que ha sembrado de escándalos los últimos años tiene raíces bien concretas, según han denunciado los comunistas: se trata de¡ voto sobre preferencias que se emite en las elecciones italianas y que representa la popularidad de un político.

Ningún diputado, si se exceptúan los grandes dioses de la política, puede ser reelegido sin una durísima campaña electoral que hay que alimentar con grandes cantidades de dinero, y que se produce al término de la legislatura con una media de duración de dos años. Su propio partido le apreciará y le llevará o no al Gobierno o a cargos importantes en la medida en que dichas preferencias sean lo suficientemente consistentes.

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