Los demócratas del Senado creen que con sus dos nuevos escaños podrán crear problemas legislativos a Reagan
Los demócratas del Senado consideran que la ganancia de dos escaños en la Cámara en las elecciones del martes -lo que deja la relación de fuerzas en un 53-47, todavía a favor de los republicanos- les permitirá estar en condiciones de plantear problemas legislativos a los planes del presidente Ronald Reagan. Asimismo estiman que se producirá un incremento de la influencia de los republicanos menos conservadores y que los demócratas estarán en una buena situación para obtener la mayoría en la Cámara en las parciales de 1986.
Un alto funcionario de la Casa Blanca considera que los resultados de las elecciones para el Senado suponen un contratiempo para los planes de Reagan, tanto en lo relativo a asuntos de política nacional como a los de la política exterior. Howard Baker, que abandona su puesto de jefe de la mayoría republicana en esta Cámara, señala, sin embargo, que "no hay ninguna variación ideológica o cambio numérico de importancia".Este punto de vista no es compartido por Robert Byrd, jefe de la minoría demócrata, quien considera que el cambio registrado es mayor de lo que mucha gente cree ya que obligará a Reagan a formar nuevas alianzas para conseguir que se aprueben sus proyectos legislativos. "A los senadores republicanos les va a resultar difícil conseguir la aprobación de algunas políticas presidenciales que pensamos que no son buenas para la nación", dice Byrd, quien señala que, para conseguir victorias en el Senado, el presidente tendrá que hacer concesiones a los republicanos menos conservadores, lo que incrementará la influencia de este grupo, al tiempo que se creará problemas con los más radicales.
Actuaciones en las que se verán fuertes luchas parlamentarias serán muy probablemente las relacionadas con la producción de los misiles intercontinentales MX (capaces de transportar 10 cabezas nucleares), con la ayuda encubierta a los antisandinistas y con los proyectos de la guerra de las galaxias.
Antes de que se inicien esas discusiones, el Congreso deberá abordar, en enero, el debate de la política fiscal y presupuestaria, que en el presente año fiscal apunta a un déficit de unos 170.000 millones de dólares (unos 28 billones de pesetas). En la conferencia de prensa concedida tras su victoria sobre Walter Mondale, Reagan reiteró: "No vamos a resolver el problema del défict con un incremento de los impuestos".
Los demócratas piensan resistir todos los intentos presidenciales de rebajar el déficit a costa de recortar los programas sociales y, con ayuda de bastantes republicanos, planean parar los pies al presidente en sus planes de gasto militar. "El pueblo", dice Thomas O'Neill, el demócrata que preside la Cámara de Representantes, "ha demostrado que quería una Cámara demócrata y que los demócratas del Senado sirvan de barrera de seguridad contra toda idea loca que se le pueda ocurrir al presidente en materia de seguridad social o política fiscal".
Déficit e impuestos
A pesar de las repetidas promesas presidenciales de no incrementar la presión fiscal, fuentes de la Casa Blanca y del Congreso consideran que la reducción del déficit ha de pasar forzosamente por un incremento de los impuestos. Lo más probable es que el presidente acabe aceptando estas reformas si se presentan más como una reforma fiscal que como un aumento de los impuestos. "Intentará rebajar el gasto todo lo que sea posible, pero al final tendrá que aceptar el compromiso de incrementar los impuestos", dice Martin Feldstein, hasta hace poco máximo consejero económico de Reagan.
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