La familia de un marroquí muerto por un disparo en Chamartín reclama el procesamiento de un policía nacional
La familia de Abdallah Arrouche y el Consulado General de Marruecos en Madrid, han decidida seguir las actuaciones judiciales y diplomáticas, para esclarecer la muerte del mencionado ciudadano marroquí, que falleció en la estación madrileña de Chamartín, en marzo de 1981, a consecuencia de un disparo efectuado por un policía nacional El sumarlo del caso Arroache, que fue sobreseído por la Audiencia Provincial de Madrid, ha sido reabierto en fecha reciente porque la resolución que archivó el caso no fue notificada de modo oficial a los familiares de la víctima, que reclaman el procesamiento del agente que efectuó el disparo mortal.
Es posible que Abdeslam Arrouche nunca llegué a comprender por qué murió su hijo. En a madrugada del 18 de marzo de 1981, Abdeslam despidió en la estación de Fez a Abdallah, de 25 años, que viajaba hacia la localidad francesa de Baux de Provence, donde trabajaba ocho meses al año como obrero agrícola. Más de 30 horas después, el joven emigrante marroquí cometió el primero de los dos errores que le costaron la vida.A las 16.45 horas del 19 de marzo de 1981, el muy fatigado Abdallah Arrouche dormía en uno de los bancos del vestíbulo de la estación madrileña de Chamartín, a la espera del tren que debía llevarle a Francia. Dos agentes de la Policía Nacional le vieron y le reprendieron. El marroquí recompuso la figura durante un rato, pero el cansancio le venció de nuevo y volvió a acostarse con los pies sobre el banco. Por segunda vez los agentes le llamaron la atención.
Abdallah se desperezó y, según el atestado policial, "profirió palabras en una lengua desconocida". Entonces los agentes intentaron detenerle y trasladarle a comisaría, para, sigue el atestado, "elucidar las razones que pudieron llevarle a conducirse de modo tan extraño". Arrouche cometió su segundo error y empezó a correr hacia la salida de la estación.
Alcanzado
Los policías le dieron el alto, Abdallah corrió más, otros dos nuevos agentes se sumaron a la persecución y le dieron alcance cuando acababa de pisar la calle. Uno de los policías disparó una vez. Otro, cuyo nombre corresponde a las iniciales A. S. G. R., lo hizo tres veces con su revólver Astra del calibre 38. El último proyectil le entró al aterrorizado fugitivo por la región dorsal izquierda y le salió por la región axilar anterior derecha. Abdallah murió casi en el acto y su cadáver fue trasladado a Fez merced a una colecta efectuada entre la colonia marroquí en Madrid.
El Juzgado de Instrucción número 3 tramitó las diligencias relativas al caso y las remitió a la Sala Primera de la Audiencia Provincial. En diciembre de 1982, el fiscal y la acusación privada, que representaba al padre del difunto, solicitaron el procesamiento de A. S. G. R. por un presunto delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte. Cuatro meses después, el tribunal decretó que no había lugar al procesamiento porque "el hecho se produjo en los actos, movimientos y accidentalidades de una persecución". En la resolución judicial se afirma que Arrouche incurrió en "la falta de estar sentado o acostado sobre un diván, ocupando dos o tres asientos y con los zapatos sobre el tapizado".
El caso Arrouche ha alcanzado una nueva dimensión con la publicación en el número de octubre de 1984 de Le Monde Diplomatique de un artículo de Juan Goytisolo titulado Morir con los zapatos puestos. El escritor ironiza así sobre el pretexto de la intervención policial: "Todos los expertos y conocedores de muebles de época son unánimes: los canapés y sillones de la estación de Chamartín son joyas relevantes de esta espléndida tradición artesanal hispánica cuyos orígenes se remontan a la Edad Media".
Tras cantar las supuestas excelencias del mobiliario de la estación madrileña, Goytisolo remata: "Estos detalles distinguidos pueden escapar a las pupilas turbias, vidriosas, de un emigrante del Tercer Mundo, pero no a los ojos vigilantes, de mirada experta, de los que, noble y corajudamente, velan por nuestras riquezas y nuestra seguridad".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.