Al revisar unos
ejemplares recientes de EL PAIS me he encontrado con lo relativo a los sucesos racistas provocados en el polígono Actur por un grupo de salvajes (la mayoría de sus habitantes, al parecer). La incontenible rabia que he sentido al leer alguna de las cosas que se han publicado al respecto me obligan a escribir estas líneas con la esperanza de que tengan a bien publicarlas. Pero permítaseme que avale mi opinión con una breve referencia a mi experiencia en el campo de la convivencia e integración de diferentes grupos étnicos y culturales.Los escandalosos actos de racismo que se vienen desarrollando en el polígono Actur, y en general a lo largo de los últimos años en toda España, serían simplemente inconcebibles hoy día en ningún país civilizado, y deberían avergonzarnos a todos los españoles. Lamentablemente, las cartas que he encontrado al respecto en EL PAIS tienden ajustificar las acciones de ese atajo de racistas de Actur. Particularmente escalofriante me ha parecido la carta firmada por Jesús Sola (EL PAIS, 29 de septiembre), quien pone en boca de muchos y de los vecinos preguntas como: ¿Por qué no los instalan (a los gitanos) en el centro, o en una zona residencial de gente bien y puritana?, o ¿por qué algunos gitanos tienen derecho a un piso-barracón y el resto de los ciudadanos tiene dificultades para comprarlos? Y concluye que no se puede imponer el asentamiento de grupos numerosos de gitanos en determinadas zonas al margen de la opinión y el sentir del resto de los habitantes. El señor Sola parte de la base de que los gitanos son seres absolutamente indeseables, y comprende que los habitantes de Actur se resistan a aceptar que les haya caído el muerto. El señor Sola, entre ambigüedades, da a entender que lo que ocurre a los gitanos es en realidad por su bien, ya que ese no es su sitio, y las autoridades, culpables del conflicto, deben darles el lugar que les corresponde (el señor Sola sugiere el centro de las ciudades o zonas residenciales ... ). Curiosamente, este súbito interés por dar su lugar apropiado a los gitanos sólo parece surgir cuando se intenta darles algún lugar mínimamente digno para vivir. Mientras han estado sobreviviendo en condiciones infrahumanas nadie ha hecho manifestaciones para que cambiase su situación. La carta del señor Sola en EE UU sólo seria propia del Ku Klux Klan.
Los españoles payos tenemos una enorme deuda histórica con la comunidad gitana. Y no quedará saldada sólo con unas decenas de barracones. El nombre de Actur forma ya parte de esa oscura lista del racismo internacional.-
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