Manfiesto 'yonqui'
Qué más da que el edificio sea la Cruz Roja, la Seguridad Social, el Psiquiátrico de la Diputación Provincial, centro municipal, comuna patriarcal autogestionaria o lo que sea; llámese como se quiera, pero que se instale ya.Qué importa que la cura de desintoxicación sea a base de neurolépticos, metadona, sueño profundo o con infusiones, masajes y baños; la cuestión no es si es mejor comerse el mono encerrado en una habitación o en plena naturaleza, si aislado o en compañía deotros que han pasado o están pasando por lo mismo; el caso es que el cuerpo no puede esperar.
Se perderá mucho tiempo discutiendo las diversas medidas; unos, que si mejor preventivas, tratando de atacar las causas y encatizar tendencias hacia campos conflictivos, hablarán de trabajar a nivel de escuela, de familia, de pedagogía del ocio, etcétera, y especialmente en aquellas zonas y barrios económicamente deprimidos, socialmente marginados, con altos índices de paro -sobre todo juvenil-, de miseria y de delincuencia, es decir, sociológica y estadísticamente abocados tanto al tráfico como al consumo de drogas; otros, que si son necesarias urgentes medidas policiales represivas con el fin de atajar en lo posible un tráfico que produce escandalosos beneficios a poderosas mafias organizadas, creyendo que no se puede acabar con los adictos mientras haya heroína; algunos, aún, estimarán más importante hacer un esfuerzo de cara a la rehabilitación y a la reinserción de los adictos a una vida normal, tratando de llenar ese vacío que le queda a todo yonqui cuando deja el caballo mediante el trabajo, el deporte o las relaciones sociales; algo así como intentar poner el mismo tapón a una botella de champaña descorchada. Y mientras estas disertaciones se prolongan y representantes de los diversos ministerios, asociaciones benéficas públicas y privadas, organismos autónomos y especialistas contratados crean comisiones y se disputan competencias, los yonquis seguirán muriendo en los lavabos por error, atracando, robando e incluso matando sin siquiera darse cuenta cuando el mono les acucie. Y al final tal vez se pegarán un tiro para escapar definitivamente del infierno en que viven.
Lo que los yonquis estamos pidiendo es simplemente una oportunidad.-
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