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China abandona los principios igualitarios maoístas en su nueva 'revolución' económica

El Partido Comunista Chino (PCCh) ha abandonado públicamente los principios igualitarios de su mítico presidente Mao Zedong, al presentar un plan general de revisión de la economía urbana china. El pleno del Comité Central del PCCh concluyó ayer en Pekín sus trabajos con la adopción de un documento en el que se recogen una serie de medidas destinadas a transformar la totalidad de las estructuras económicas del país en cinco años.

El documento, que constituirá una especie de carta del "socialismo a la china", aleja todavía más a China del modelo soviético, según estimaciones recogidas en medios diplomáticos de la capital. En 40 páginas, el texto define reformas que afectarán, en un futuro inmediato, a la gestión de las empresas y, en los próximos años, a la planificación económica, al sistema de fijación de los precios y los salarios, a la organización del trabajo y al papel de los intelectuales en la modernización del país.Las decisiones del pleno, se señala en el documento, serán de una "importancia histórica" en la transformación progresiva de la economía nacional, tendrán "como principal objetivo las zonas urbanas" y supondrán el fin del sistema igualitarista. "La clave de la reestructuración de la economía china", continúa el documento, reside en la reforma completa de la gestión de las empresas. Éstas recibirán a partir de ahora una amplia autonomía de decisión en lo relativo a cuotas de producción, comercialización de sus productos y compras de materias primas. Los directores decidirán el presupuesto de la empresa, tendrán derecho a nombrar y revocar el personal "conforme a la legislación" china, fijarán los salarios y los precios de sus productos de acuerdo con los límites prescritos por el Estado.

Un plazo de cinco años

Se espera que estas nuevas líneas de la economía transformen totalmente el panorama económico y social de China en un plazo no superior a cinco años. La reforma supone una ruptura completa con los dogmas marxistas en materia de economía y otra victoria más para Deng Xiaoping, el hombre fuerte de la China posmaoísta. Para los observadores, no hay ninguna duda de que estas reformas han sido elaboradas bajo su dirección personal. Principal impulsor de todas las reformas económicas emprendidas en China desde 1978, Deng no ha dudado en emplear el término "revolución" para hablar de estas últimas transformaciones.

La orientación del documento se sitúa en la línea de las reformas lanzadas en las campañas desde 1979, especialmente de la introducción del "sistema de responsabilidad", por el que se unen ganancias y producción, que ha llevado a una descolectivización de hecho del campo chino. La reforma consagrará la extensión a las zonas urbanas de dicho sistema, sin olvidar las peculiaridades de las ciudades frente al ámbito rural.

La cooperación y el apoyo mutuo regirán las relaciones entre las empresas, pero este principio "no excluirá en ningún caso la competencia" entre ellas. La competencia estuvo considerada durante mucho tiempo como un concepto "propio del capitalismo"; sin embargo, señala el documento, "donde hay producción de bienes, hay obligatoriamente materia de competencia" ' También "existe un malentendido tradicional (en China) a propósito de la distribución de bienes de consumo en los regímenes socialistas, como si eso debiera significar igualitarismo", frente a lo cual el documento considera que "la filosofía igualitarista es absolutamente incompatible" con el marxismo, y que las diferencias en los salario son necesarias para el enriqueci- miento de la sociedad.

Pese a la determinación mostrada, se da a entender la necesidad de actuar con prudencia y se reitera, quizá previendo alguna resistencia, que el carácter socialista de China no cambiará con estas re- formas. En un lenguaje conciliador, los dirigentes del PCCh dicen que es normal que haya gente en desacuerdo, y destacan que hay que dejar que ellos mismos se convenzan de que la política actual es correcta.

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