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La mejor moda femenina, en Gaudí-Barcelona

La guerra entre Madrid y Barcelona confunde y distorsiona el lanzamiento internacional de la moda española

El primer salón de Gaudí-Mujer, organizado en el antiguo mercado de El Borne, de Barcelona, ha respondido a la expectación que había suscitado. La amplitud del recinto y el enorme techo-tejado de cristales que le ha dado cobijo creaban un ambiente de espacio natural poco corriente en los certámenes de moda. En las casetas, que se alquilaban a 9.000 pesetas el metro cuadrado, los 51 expositores de moda femenina española han ofrecido las últimas novedades destinadas a la próxima temporada. El resultado del certamen ha sido óptimo, según los fabricantes, no sólo por el número de visitantes profesionales que acudieron -unas 3.300 personas-, sino por el alto nivel de los comercios que han estado representados. Ha habido compradores de toda España, de América Latina, Mercado Común, Oriente Próximo y Estados Unidos. Como su hermano mayor, el Gaudí-Hombre, cuya segunda edición se había celebrado tres semanas antes, Gaudí-Mujer es una asociación privada de empresas con marcas industriales como Burberrys, Pulligan, Starpan, Genfis y otras firmas más modestas pero con diseño vanguardista, como Jordi Cuesta, Nacho Ruiz, Joaquín Ferrer, Roser Marcé, Pedro Morago, etcétera. El común denominador entre todos es su propósito de presentar una oferta original y seria de cara a la exportación. No ha contado con ayuda oficial, ni de la Generalitat ni del Plan de Intangibles, ya que el Ministerio de Industria propone que Barcelona se especialice en la moda masculina y se asigne a Madrid la femenina.Juan Antonio Comín, director de ambas modalidades Gaudí, sigue firme en que este nombre se ligue exclusivamente a Barcelona. Calcula que haría falta una subvención de unos 42 millones de pesetas al año durante tres ediciones consecutivas hasta que adquiera entidad propia. Es una lástima, por ejemplo, que todos los periodistas a los que invitá IFEMA a presenciar los mediocres desfiles de los confeccionistas en la Casa de Campo de Madrid no tuvieran la oportunidad de ver la auténtica moda española, y han vuelto a sus países para escribir crónicas con títulos tales como "La moda española, la más aburrida de Europa". Gaudí-Mujer sólo pudo ofrecer tres pases de modelos autofinanciados. Michele Larive presentó ropa casual, muy de sport, sobre algodones arrugados y popelines en pastel para piezas intercambiables. Margarita Nuez ha puesto el acento en una mujer sofisticada de los años veinte. Roser Marcé, por su parte, ofreció una auténtica exhibición de oportunidades para la mujer moderna, que requiere prendas fáciles de llevar sobre pantalones o grandes blusones de raso sobre faldas rectas sueltas. Sobre esta misma línea de sofisticación insistieron Tocut e Image, en base a grandes volúmenes, líneas fluidas en tejidos ligerísimos para elegantes guardapolvos, chaquetones grandes y faldas con 80 centímetros de largo.

La gente joven tuvo su hueco en la firma Nakandary, que ha lanzado una línea ecológica exclusivamente en algodón y en colores naturales. Para ella han dedicado su producción los siete hermanos Errando Mariscal, uno de los cuales, el dibujante Javier Mariscal, le hace los estampados en exclusi

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