China pone en práctica la teoría de los 'dos sistemas'
Las autoridades de Pekín están creando un 'colchón de riqueza' alrededor de Hong Kong
Deng Xiaoping, el hombre fuerte de la China posmaoísta, ha anunciado nuevas reformas, que tendrán un "alcance histórico", en el próximo pleno del Comité Central del Partido Comunista Chino (PCCh), que se inició esta semana en Pekín. Las reformas estarán centradas especialmente en las ciudades, y Deng señaló que para llevarlas a cabo se necesitará "aún más coraje" que en el caso de las zonas rurales. Mientras tanto, China se prepara para incorporar a Hong Kong a su soberanía, y ha creado una zona económica especial en Shenzhen, justo en la frontera de la colonia británica. Un enviado especial de EL PAIS visitó recientemente Shenzhen.
Una gran revolución cultural, y no precisamente proletaria, está teniendo lugar en algunas áreas de la República Popular China. Son las llamadas "zonas económicas especiales" (ZEE) donde se aplican métodos de economía de mercado libre, escasamente acordes con la ortodoxia marxista-leninista que hasta ahora había regido en el mayor país comunista del mundo. La política de "puertas abiertas" iniciada por Pekín en 1979 para atraer capitales y tecnologías extranjeras ha dado importantes frutos en el terreno económico y ha elevado el nivel de vida de sectores de la población. Pero estas innovaciones se traducen también en cambios en la sociedad y en las costumbres. La ZEE de Shenzhen, situada en la frontera de la colonia británica de Hong Kong es un buen ejemplo. Se trata de la zona económica especial más importante de las cuatro creadas hasta ahora. Tiene una superficie de 327,5 kilómetros cuadrados y cerca de 300.000 habitantes, la mayor parte de ellos concentrados en la ciudad de Shenzhen. El ambicioso proyecto, iniciado en junio de 1980, prevé la creación de 400 empresas mixtas y una inversión total de 2.000 millones de yuanes (unos 800 millones de dólares).
La actividad preponderante será la industria ligera (textil, electrónica, alimentación, confección, imprenta, etc) y se está construyendo en Sheku un gigantesco puerto, a sólo 20 millas náuticas de Hong Kong, que tendrá gran importancia en la prospección petrolífera del mar de China Meridional y en la construcción naval. Aproximadamente una cuarta parte de las inversiones previstas se han realizado ya, con capitales procedentes de Hong Kong, Japón, Suiza y Estados Unidos.
Shenzhen es un hormiguero de actividad. Por todas partes se levantan nuevos edificios, se abren carreteras, se construye la infraestructura necesaria para establecer la zona industrial. Caravanas de camiones japoneses, recién comprados y pintados de amarillo, transportan materiales de construcción de un punto a otro, provocando atascos en la carretera a Guangzhou, la antigua Cantón, capital de la provincia.
Pero el cambio y la modernización no afectan sólo al paisaje. Un buen ejemplo, que las autoridades de la ZEE se apresuran a mostrar a los visitantes extranjeros, es la aldea de pescadores situada en las afueras de Shenzhen. Son 39 familias, 147 personas en total, con un nivel de vida muy superior a la media de la República Popular. Ellos mismos se han construido sus casas unifamiliares, con un pequeño jardín individual y en una de ellas pueden verse dos televisores en color (uno en cada planta) y un equipo de alta fidelidad, bienes éstos prácticamente desconocidos para la inmensa mayoría de los chinos.
A más trabajo, más salario
El jefe de la aldea, Deng, explica que este bienestar es posible "gracias a la reforma del sistema de gestión y de trabajo". Está muy satisfecho de los resultados obtenidos, que merecieron una visita de Deng Xiaoping a primeros de este año, y señala que los ingreso de su poblado -"no, esto no es una comuna"- provienen tanto del pescado que crían en 200 estanques como de ocho camiones y dos barcos de transporte, dos restaurantes y alguna que otra pequeña empresa. Un trabajador de la. aldea gana 500 yuanes al mes, casi el triple de lo que cobran muchos obreros industriales en China. Deng subraya la diferencia con los viejos tiempos: "Antes, si un trabajador cumplía sus tareas y otro no, los dos cobraban lo mismo. Ahora, el que trabaja más y mejor gana más dinero. El jefe de equipo distribuye las tareas y a aquellos que no las hacen se les rebaja el salario, mientras que se paga más a aquellos otros que cumplen su cometido o lo superan". Una afirmación similar en los años de la llamada Revolución Cultural hubiera costado un serio disgusto a quien la hubiera hecho.
Este mayor nivel de ingresos económicos que, con algunas diferencias, disfrutan los habitantes de la ZEE de Shenzhen se refleja en el consumo y en las costumbres. En los grandes almacenes se pueden encontrar cámaras fetográficas, electrodomésticos, cosméticos y hasta una motocicleta japonesa, siempre que se pague en divisas convertibles.
La clásica "chaqueta Mao", que hace años uniformaba a los 1.000 millones de chinos, ha desaparecido de Shenzhen, donde pueden verse también mujeres con los labios y las uñas pintadas, algo impensable aún hoy día en Pekín y mucho menos en el interior del país. Del mismo modo, los bar-es y cafeterías de los hoteles internacionales, totalmente prohibidos en Pekín para los naturales del país que no vayan acompañando a un extranjero, se llenan en Shenzhen de habitantes de la ciudad. Cierto es que muchos de los jóvenes que se visten de forma más "atrevida" proceden de Hong Kong, pero la influencia del modo de vida de la colonia británica (con un 98% de población china) sobre la juventud de la ZEE es cada día mayor.
La posibilidad de que sucediera algo parecido, que el nuevo sistema económico trajera nuevas costumbres, no se escapó a los dirigentes chinos y ya en 1982 el periódico del ejército Jiefangiún bao, admitía que "las ZEE pueden tener quizá consecuencias nefastas pueden introducir modos de vida y de pensamiento burgueses, puede haber casos de contrabando y de fraude, pero sabremos resistir y castigar tales transgresiones".
Frontera y aduana
De momento, la ZEE de Shenzhen está aislada del resto de China por una auténtica frontera, con aduana incluida, donde se registra meticulosamente a los vehículos que entran y salen de la zona especial y se prohibe la entrada de aquellas personas que no estén especialmente autorizadas. La nueva teoría de Deng Xiaoping de "un país, dos sistemas", con la que se pretende conseguir la reunificación de Hong Kong, Macao y Taiwan, es más factible de lo que pudiera parecer en un país donde no existe la libertad de desplazamiento, porque precisamente esas fronteras interiores harán posible la coexistencia de modelos económicos -y de niveles de vida- distintos. Naturalmente, existen recelos por parte de la vieja guardia maoísta hacia las reformas emprendidas por Deng y, en concreto, hacia estas zonas económicas especiales. El diario citado respondía así a los "camaradas" que habían expresado su preocupación al respecto: "No hay motivo para inquietarse. La gestión de las ZEE se hace en un sistema socialista, bajo la dictadura del proletariado. Las decisiones políticas, económicas, legislativas y judiciales nos pertenecen. Pondremos a los capitales y las técnicas extranjeras al servicio de la construcción del socialismo..."
Qiu Pan Llan, subdirector del diario de la ZEE de Shenzhen, niega que la pérdida del igualitarismo que dominaba la sociedad china contradiga las tesis marxistas. "El objetivo del partido comunista chino es el elevar el nivel de vida de todos los habitantes del país. Para ello hay que aumentar la producción. China es un país muy grande, con una base industrial débil, que hay que reforzar. Eso nos obliga a elevar el nivel de vida de una pequeña parte primero y, luego, el de toda la población. Todo esto es acorde con el marxismo~leninismo".
"Cuatro modernizaciones"
Pero, ¿por qué esperar 30 años para poner en práctica este sistema? Qiu tiene la respuesta: "No se pudo hacer antes porque nuestra situación económica era débil y los norteamericanos estaban en contra de China, no iban a invertir aquí, ni a exportarnos tecnología. En 1980, una vez abandonado el gauchisme de la "banda de los cuatro", existían ya las condiciones necesarias para adoptar esta política, entre ellas un progreso de la economía y una mejoría de la situación internacional. No podemos cerrar las puertas de nuestro país al exterior si queremos hacer las "cuatro modernizaciones" y construir el socialismo". Respecto a la elección de Sherizhen para establecer la más importante de las ZEE, la versión oficial es que la vecindad con Hong Kong facilita el acceso de los productos chinos a los mercados internacionales, al tiempo que pueden importarse la tecnología y las inversiones de la colonia británica.
Evidentemente, no han sido ésos los únicos motivos y el establecimiento de otra ZEE en Zhuhai, junto a la frontera del enclave portugués de Macao, al otro lado del estuario del Río de las Perlas, deja bien claras las intenciones chinas de crear "colchones de riqueza- entre las actuales colonias occidentales y el resto del país, para facilitar así su integración a finales de siglo.
La tercera sesión plenaria del duodécimo Comité Central del Partido Comunista Chino anunciará la semana que viene grandes reformas en el comercio y la industria de las ciudades y algunos observadores occidentales hablan ya de este pleno como el más importante desde el "histórico" de 1978, cuando se aprobaron los grandes cambios económicos inspirados por Deng Xiaoping. La creación de nuevas ZEE y la apertura de 14 ciudades costeras a las inversiones extranjeras serán nuevos pasos en esta política de "un país, dos sistemas". Aunque, por el momento, los dos sistemas estén separados por una frontera.
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