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Kinnock acusa a Thatcher de convertir al Reino Unido en un país menos libre y justo

Soledad Gallego-Díaz

El líder laborista británico, Neil Kinnock, lanzó ayer un fuerte ataque contra el Gobierno conservador que, dijo, ha convertido al Reino Unido "en un país menos libre, menos justo y menos productivo". Kinnock, que intervino ante el congreso de su partido, censuró la violencia de piquetes en la huelga de mineros. "Abomino de la violencia, pero de la de todo tipo; me horrorizan el despido, la injusticia, la miseria, y eso es lo que me hace distinto de la primera ministra".

El líder socialista, que había sido reelegido en la sesión de la mañana, salió airoso de una dificil papeleta. El congreso había aprobado previamente una incómoda moción condenando la actuación de la policía en la huelga y había rechazado una propuesta personal suya para modificar la selección de candidatos a diputados. Las dos derrotas no alteraron su confianza, y su discurso fue acogido con una gran ovación en todos los sectores del partido. Nexil Kinnock estaba obligado a condenar la actuación violenta de los piquetes, como ya había hecho en el congreso sindical hace un mes, y lo hizo con fuerza, pero en un contexto que permitió al líder de los mineros, Arthur Scargill, presente en la sala, prorrumpir en aplausos.

El coste de la huelga

El jefe del Partido Laborista arremetió contra la hipocresía de la primera ministra, que según él ha provocado intencionadamente el conflicto laboral más largo e importante de la historia del Reino Unido desde 1927, que exaspera a los mineros y que después lanza una campaña publicitaria acusándoles de bárbaros. La huelga -explicó- le cuesta más dinero a este país (unos 450.000 millones de pesetas) que las inversiones que solicitan los trabajadores para rentabilizar las minas, pero Thatcher prefiere continuar la disputa porque la considera una victoria polítíca. Kinnock acusó a la primera ministra de usar a la policía "como sustituto de la política" y de enrarecer el clima social del país. "Margaret Thatcher supone un salto atrás en la historia del partido conservador. Ya no hay compasión para el necesitado ni deseo de diálogo. La democracia ha retrocedido, y no por culpa nuestra, sino de ella".

El líder laborista británico advirtió a su propio partido que "la única enfermedad que puede hacernos perder las próximas elecciones es la amnesia", alusión a las divisiones internas que fueron una de las principales causas de la estruendosa derrota de junio de 1983. "Si recordamos el sabor de aquel fracaso y seguimos trabajando con paciencia, con esfuerzo y unidos, conseguiremos el poder que necesitamos para salvar este país".

Neil Kinnock aprovechó la retransmisión en directo de las sesiones del congreso en las principales cadenas de televisión para lanzar un discurso casi electoral, recordando al votante medio los recortes en los presupuestos para sanidad, educación y creación de empleo.

La tan anunciada recuperación económica -explicó el líder laborista- no se ha producido. Por primera vez, el Reino Unido importa productos manufacturados que su industria debería ser capaz de elaborar. "l_a primera ministra", acusó Kinnock, "está arrastrada por una violenta vanidad, que le impide rectificar o escuchar consejos".

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