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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Un lector harto

Este lector de EL PAI S está harto. Está harto del verbo reblandecido de Francisco Umbral, víctima de una menopausia progresiva e inexorable. De los reportajes insustanciales, en los que a veces tenemos que soportar a Rosa Montero hablándonos de ella misma y haciéndonos creer que eso es estilo. De los corresponsales que nada entienden y nada nos pueden explicar, porque, como alguna vez dijeron, el fracaso argentino "es uno de los grandes misterios del siglo XX", mientra! Carlos Ares parece tener claro, ya que algunos acontecimientos históricos de aquel país debe haberlos visto por televisión (acto del 1 de mayo de 1974), que la represión de los Últimos años fue provocada por la malhadada dirección montonnera. Las malintencionadas dos páginas con que no hace mucho EL PAIS se ensañó con esa organización, con referencias continuas al dinero que posee en el extranjero (¿en Moscú?), son dignas de figurar en la antología de la más necia Prensa conservadora.Estoy harto también de la pesencia permanente en sus páginas del fenómeno Dalí. Si hace ocho años apenas publicaban un reportaje crítico sobre este pintor de postulados academicistas superados ya por Goya y unos cuantos que vinieron detrás, desde hace unos tres años soportamos las continuas loas a "este genio del siglo XX". Bien analizada esta cuestión, quizá permitiera descubrs el momento exacto en que un periódico liberal se convirtió en con servador. Los estudiantes de eso que en España se suele llamar ciencias de la información tienen la palábra.

Suponiendo que EL PAIS túdavía sea un organismo vivo, proponemos, para evitar su total anquilosamiento: a) traspaso de Francisco Umbral a la Gaceta de Bucarest, beca de cinco años para estudiar los ritos ortodoxos y periódicas escapadas a las clínicas geriátricas que contestan los métodos. Aslan (todavía descon acidas en Occidente, lo cual lo tace mucho más atractivo); b) intejinamiento de Rosa Montero en el psiquiátrico de Ciempozuelos y su inmediato reemplazo por Leopoldo María Panero. Reportaje de éste a aquélla, con fotos de Cherna Conesa, en EL PAIS SEMANAL. Propongo al señor director que en ese momento compare y comprobará que nuestra propuesta no era descabellada; c) que Martín Prieto no sólo diga en revistas argentinas (Humor, junio de 1984) que no entiende nada de lo que pasa allí, sino que se atreva a afirmarlo en las páginas de su periódico. A continuación podría seguir un breve seminario -10 años- sobre historia latinoamericana como introducción a alguna probable especialización, o cambiar de rumbos; podría optar por el estudio de la fauna patagánica (ver Darwin, Von Humboldt) desde la biblioteca del Ibero-Amerikanisches Institut de Berlín -buena calefacción- o, mejor aún, iniciar una, apasionante monografla sobre la importación de la sífilis en el continente americano por los coniquiltadores españoles, su posterior difusión a través de las llamas (zool.) del Alto Perú y sus consecuencias demográficas y ecológicas. En cuanto a Carlos Ares, podría dedicarse a lo que siempre supo hacer: crónicas de fútbol.

La pléyade de periodistas que se ocupan del tema Dalí, a falta de mayor imaginación, podrían protagonizar noticias, convirtiéndose así en sujetos activos de la historia. Proponemos títulos: "La redacción de EL PAIS de Barcelona se hace el harakiri"; "Lluís Bassets, cegado por un odio padre, asesina a Robert Descharnes al grito de 'fora xarnegos'", o, queriendo escapar de las páginas de sucesos, "El artista de Port Lligat anuncia su deseo de contraer matrimonio en extremas nupcias con Inmaculada de la Fuente. 'Lo nuestro ha sido un flechazo', confirma la ex redactora de EL PAIS".

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Mientras todo esto sucede, seguiremos agradeciendo las noticias de Feliciano Fidalgo, José Comas y sus bon-bons, Nicole Guardiolal Domingo del Pino y Víctor Cygielman, y continuaremos lamentando que EL PAIS SEMANAL, a pesar de su vacuidad, no sirva ni siquiera para envolver, y que las páginas de cultura conserven el anticuado elitismo de la Prensa liberal decimonónica. Insistiremos también en leer la Prensa de Euskadi para saber. qué pasa allí.-

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