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Un monumento nacional en plena Gran Vía madrileña lleva ocho años en restauración

El oratorio del Caballero de Gracia, templo realizado en 1795 por el arquitecto Juan de Villanueva y declarado monumento nacional en 1956, lleva ocho años en obras de restauración, sin que la importancia del edificio, su localización en plena Gran Vía madrileña ni las protestas de las asociaciones culturales y comerciales de la zona hayan conseguido su terminación.

Las obras de restauración, iniciadas en 1976 por el arquitecto Fernando Chueca Goitia, quedaron interrumpidas totalmente hace tres años. Para entonces ya habían entrado en un ritmo irregular, como se puso de manifiesto cuando el 2 de junio de 1979 se desplomó el andamio que tapaba la fachada de la Gran Vía y cayó sobre un matrimonio y su hija que viajaban en un turismo, produciéndoles heridas leves.El andamio fue poco después sustituido por unos toldos verdes, los "toldos más antiguos de la Gran Vía", como dicen los co merciantes de la zona. En la primavera pasada éstos se pusieron en contacto con el Ayuntamiento de Madrid y el ministro de Cultura, Javier Solana, para expresarle su preocupación "por este foco de,suciedad en medio de Madrid".

Aparte de la extrañeza que puede causar ver año tras año un edificio entero de la Gran Vía cubierto de lonas y unas tapias que estrechan la acera y sirven de vertedero público, los toldos han sido puerta de entrada de los ladrones en dos ocasiones.

La causa de esta desidia en un monumento consid.erado como una joya de la arquitectura neoclásica en Madrid parece estar en las diferencias surgidas entre los, miembros del Consejo Asesor de Monumentos del Ministerio de Cultura y el arquitecto encargado del proyecto de restauración, Fernando Chueca Goitia, acerca del tratamiento dado a la fachada de la Gran Vía. Tal como figuraba en el proyecto de restauración aprobado por las autoridades, Chueca derribó la parte central de la fachada construida en la Gran Vía en 1916 por el arquitecto Carlos Luque con objeto de recuperar el ábside original.

Recuperación del ábside

"Esta recuperación es imprescindible para devolver al templo su aspecto original", afirma Chueca. "Cuando en 1916 se hizo la fachada de la Gran Vía se cortó el ábside y se puso una gran vidriera que rompía con la obra de Villanueva. Para restaurar el interior tuve que dar al ábside su forma original y así estaba cuando, tras un cambio ministerial, me dijeron que no podía seguir y que había realizado los derribos sin permiso, acusación que demostré era falsa"."Luego me dijeron que con mi proyecto se invadía la acera", añacle Chueca, "y cuando solucioné este obstáculo, se argumentó que quedaban unos huecos que podían ser focos de suciedad. Yo propuse la colocación de unas rejas, pero desde entonces no he tenido más noticias".

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A los obstáculos y críticas al proyecto se ha unido la falta de presupuesto. Dionisio Hernández Gil, subdirector general de Conservación y Restauración de la Dirección General de Bellas Artes, explica que desde 1979 hasta 1984 no se había destinado ninguna partida al oratorio. "Este año había 15 millones de pesetas para esas obras", explica. "Sin embargo, no pudieron aplicarse a su objetivo, pues Chueca Goitia ganó en el Tribunal Supremo un contencioso que tenía con la Dirección General de Bellas Artes desde 1973, cuando hizo unos proyectos de acondicionamiento del Museo del Prado". Los 30 millones de pesetas que hubo que pagarle salieron, según Hernández Gil, del presupuesto de restauraciones, lo que impidió no sólo seguir las obras del oratorio, sino de otras en realización.

Hernández Gil ha anunciado, sin embargo, la próxima convocatoria de un concurso de ideas para terminar la restauración, que puede contemplar también la reconstrucción de la fachada derruida. La solución que sea considerada como la mejor se llevaría a la práctica el próximo año.

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