Los socialdemócratas portugueses no apoyarán la candidatura de Soares a la presidencia en 1985
El no rotundo y definitivo del Consejo Nacional del Partido Social Demócrata (PSD) portugués a la candidatura presidencial del actual primer ministro, Mario Soares, altera la lógica interna de la coalición en el poder en Lisboa.Formalmente, la cuestión del candidato socialdemócrata a las elecciones de diciembre de 1985 fue aplazada para un consejo extraordinario que se reunirá a fines de noviembre, pero una de las mociones aprobadas por los dirigentes nacionales del segundo partido de la coalición gubernamental descarta cualquier posibilidad de negociar con los socialistas el apoyo del PSD a la candidatura de Soares. De paso, y sin querer precipitar una crisis de Gobierno, la dirección del PSD ha condenado una "forma de gobernar" que considera subordinada a un "problema ajeno a la lógica gubernamental", es decir, la elección del secretario general del partido socialista a la presidencia de la República.
También se aprobó una moción acerca de la revisión del proceso de adhesión de Portugal a la CEE, con una petición -y no una exigencia, como figuraba en la propuesta original- de suspensión de las conversaciones en curso durante 30 días. La negociación entre Portugal y la CEE antes de la próxima cumbre ministerial de Bruselas es un objetivo declaradamente prioritario del Gobierno Soares que los socialdemócratas condenan. Éstos aducen para esta brusca alteración de los términos de la alianza con los socialistas que la coalición, tal como ha funcionado hasta ahora, lejos de resolver la gravísima crisis económica, social y política del país, ha dejado que ésta se agrave hasta niveles sin precedentes.
Uno de los más importantes barones del PSD, Eurico de Mello, que representa a los no menos poderosos empresarios del sector textil del norte de Portugal, vino "con la cuerda al cuello", según sus propias palabras, a pedir perdón por el apoyo decisivo que dio hace menos de año y medio a la constitución del bloque central. La unidad, reconstruida en Oporto, de las tres tendencias que se dividieron acerca del acuerdo de Gobierno con los socialistas es, de momento, apenas táctica, pero uno de los más directos colabora dores del líder del partido -y vicepresidente del Gobierno- reconoció que hubo una "rebelión de los dirigentes nacionales del PSD contra el sistema económico consagrado por la Constitución".
Es prematuro considerar, como lo hizo Marcelo Rebelo de Sousa, hostil desde el primer momento a cualquier alianza con los socialistas, que "Oporto significó el fin del bloque central", pero es cierto que la alianza dejó de ser incuestionable y que la única moción en este sentido fue derrotada por amplia mayoría.
El principal mérito del Gobierno, según el balance presentado por Mota Pinto a su partido, fue el debate sobre la ley de Seguridad Interna y el desmantelamiento de las Fuerzas Populares Veinticinco de Abril (FP-25). Irónicamente, horas después, tres atentados con bombas, inmediatamente reivindicados por las FP-25, cuestionaban de nuevo el triunfalismo oficial. Las tres bombas estallaron en la madrugada de ayer en Montemor o Novo (en plena zona de la reforma agraria, en El Alentejo) contra las residencias de tres terratenientes y causaron únicamente daños materiales y heridas de poca con sideración a uno de los propietarios.
En su comunicado, las FP-25 señalaban que su intención era reclamar la reforma agraria recientemente aprobada en el Consejo de Ministros y demostrar que la organización mantiene su operatividad a pesar de la represión.
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