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El movimiento olímpico, optimista ante los Juegos de Seúl-88, que considera la cita de la reunificación

Después de la visita que han realizado a Moscú sus dos máximos dirigentes, el movimiento olímpico internacional se muestra optimista ante la participación de los países socialistas en los Juegos de Seúl, en 1988, que de ese modo pasarían a la historia como los Juegos de la reunificación. El eslogan no sólo ha sido utilizado estos días por esos dirigentes, sino también por los de algunos países de la órbita socialista que asisten en la capital soviética al seminario de solidaridad olímpica con los países de Asia, África y América Latina, organizado por el Comité Olímpico Soviético bajo los auspicios de la Comisión de Solidaridad de la Asociación de Comités Olímpicos Nacionales (ACNO).

En el seminario de solidaridad con los comités olímpicos de países en desarrollo están surgiendo, día a día, todos aquellos problemas que acucian al olimpismo y que desembocaron en el boicoteo socialista a los Juegos de Los Ángeles: comercialización, profesionalismo, doping, reforma de la Carta Olímpica, futuro del olimpismo en suma.Todas las ponencias presentadas en el seminario serán la base de trabajo para la asamblea que celebrará ACNO en México, los días 5 al 10 de noviembre. Allí se estudiarán y se elaborarán propuestas concretas que posteriormente serán presentadas al COI con el fin de que se estudien en la reunión extraordinaria que celebrará en Lausana el alto organismo deportivo, los días 1 y 2 de diciembre.

Lo que buscamos en el seminario, y lo que busca el movimiento olímpico, es la reunificación del deporte mundial", dijo a EL PAIS el presidente del Comité Olímpico Cubano, Manuel Guerra. "El deporte está roto" continúa, "y la ruptura se le ocurrió a un señor que creo que se llama Carter, cuando decidió que los deportistas no vinieran a Moscú en 1980". La llave para la reunificación del deporte es Samaranch". En opinión del dirigente cubano, el presidente del COI es "un individuo sumamente inteligente y con muy buenas manos: aprieta por un lado y afloja por otro. Conoce muy bien todo esto y es el único que puede hacerlo".

En sus declaraciones a EL PAIS, Juan Antonio Samaranch mostraba optimismo ante el futuro del olimpismo: "Si la situación política internacional de 1988 no es peor que la de ahora -y yo creo que tiende a ir mejor- tendremos unos Juegos con la participación masiva de todos los comités olínipicos nacionales".

Dificultades

El primer dirigente deportivo mundial piensa que una de las reformas de la Carta Olímpica estará orientada a prever posibles boicoteos políticos de los Juegos. "Ésa es una gran laguna que queremos cubrir", dice Samaranch, "pero no es fácil. Además, no nos gustan los castigos en el seno de la gran familia olímpica. Y no creo que sean útiles".Desde luego, si el optimismo actual de los dirigentes olímpicos resulta fundado, es muy posible que las sanciones, además de inútiles, resulten innecesarias. La dificultad para que los países socialistas acudan a Seúl es más bien política: la URSS -como otros países socialistas- no mantienen relaciones diplomáticas con Corea del Sur, país al que califican públicamente como marioneta de Washington y al que consideran potencial agresor por el flanco oriental (como vértice del triángulo Tokio-Seúl-Washington).

En ese aspecto se muestra mucho más escéptico el responsable del deporte cubano: "Yo puedo decir que Cuba es firmemente partidaria de la reunificación del deporte. Pero cualquiera sabe dónde se van a celebrar aún los Juegos de 1988, a lo mejor no son en Seúl, simplemente porque a lo mejor no existe Seúl para entonces. Vamos a esperar".

En su discurso ante el seminario, el presidente del Comité Olímpico Soviético, Marat Gramov, se refirió al "deporte y cultura física en la URSS". Fue una intervención básicamente propagandística sobre las excelencias del sistema soviético, que ha dado ya extraordinarios resultados. Dijo, por ejemplo, que en la URSS se dedican al deporte, de una u otra manera, más de 85 millones de personas (casi un tercio de la población), que hay en el país más de 700.000 instalaciones deportivas y que el 60% de las escuelas tiene sus propios gimnasios. Ahora, la batalla deportiva soviética es incorporar el deporte y la cultura física al mundo del trabajo: "La salud de la población", dijo Gramov, "es la riqueza del país. Y su capital es inagotable".

Parecía que Gramov no iba a responder a ninguno de los planteamientos formulados por anteriores conferenciantes (sobre todo a Vázquez Raña, presidente de ACNO, quien se había mostrado firmemente partidario de la comercialización en el deporte, como único medio de subsistencia para éste). Sin embargo, la última parte de su intervención la utilizó Gramov para denunciar las reiteradas violaciones de la Carta Olímpica, pidió que se erradique toda forma de racismo en el deporte, criticó la organización de Los Ángeles porque se había puesto por completo en manos de comerciantes "que antes miran por su interés profesional y después por el de los deportistas". Criticó también las transmisiones de los Juegos a través de la televisión comercial, porque ello condiciona su finalidad primordial, que es divulgar". Y finalmente criticó también la creciente profesionalización de los deportistas. "Los jóvenes", dijo Gramov, "se convierten en objetivos comerciales en cuanto destacan. Imagínense ustedes que, según la Prensa americana, a la atleta Mary Decker le costó su caída un mínimo de 70.000 dólares".

Tanto Samaranch como Vázquez Raña se han mostrado en Moscú como firmes defensores de la comercialización del deporte, siempre que se tengan en cuenta algunas limitaciones o fronteras. En primer lugar, que el deporte debe estar dirigido por hombres del deporte y en beneficio de los deportistas. En segundo término, que el mundo del deporte debe colaborar con la política: "Trabajar para nuestros políticos, pero sin permitir que nos utilicen". Y, por último, que ambos sistemas deben aceptar las características del otro.

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