El cine como riesgo

Cuando Juan Antonio Bárdem realizó Siete días de enero, en 197778, la mayor parte de las circunstancias que rodeaban al terrible suceso del asesinato de los abogados laboralistas de Atocha y, sobre todo la identidad de los autores de la matanza se encontraban aun sub judice y la explicitud era por ello imposible en algunos aspectos cruciales del relato. De ahí que hoy, cuando estas identidades y circunstancias, aunque -hay sobrados indicios de que no todas, son de dominio público, los circunloquios a que la película se ve obligada a acudir para nombrar lo innombrable suenan a época lejana, cuando los hechos que narra ocurrieron casi ayer.Este es un lastre de la película, que conviene ver ahora con algunos añadidos mentales, superponiendo a sus imágenes, informaciones adquiridas en la. memoria, posterior a ella. El filme hay que entenderlo así, tal como es, y n o como podría haber sido. Contémplese como un filme de urgencia, realizado casi en el filo de los hechos, con voluntad de ser arritídoto, directo de ellos, cuando todavía lo que Bárdem cuenta estaba infestado de resonancias emocionalely era imposible mantenerla cabeza fría ante ellas. La película adolece de excesos de esa emocionalidad y esto le quita claridad expositiva, al tiempo que le añade esquematismo, sobre todo en los retratos, más bien caricaturas, de los asesinos. La realidad, incluso la más sucia, es más compleja que los urgentes esquemas didácticos del cine de lucha, y este lo es.

Por esta razón, la insatisfacción que produce el filme se debe más a la estrechez del enfoque y al apresuramiento de un guión dernasiado, simple para una historia tan compleja, que a la dirección. Juan Antonio Bardem es uno de los grandes directores del cine español y el solo hecho de aceptar la realización de un filme que, por estar rodado bajo el abrumador peso de circunstancias tan restrictivas, resultaba poco menos que imposible, pone de manifiesto el vigor de su sentido personal del compromiso político considerado como compromiso moral. Porque esta película es un tránsito tan vidrioso, está tan plagada de todo tipo de riesgos, que resulta admirable ,que Bárdem la realizara poco menos que a cuerpo limpio. De ahí que lo mejor de esta obra sea su existencia, ya que, aunque hoy parezca frustrada, era cuando se hizo una película necesaria, que había que hacer, y que de no hacerla Bárdem hay dudas fundadas para pensar que no la hubiera afrontado ningún otro.

Lo que peor se sostiene del filme es su duplicidad, derivada, de una no buena conjunción de la parte documental con la de ficción: chocan incluso los estilos fotográficos entre ambas y no solo choca esto, sino que se conjuga mal la parte del filme cargada de la fuerte verdad de un documental directo con una ficción que peca precisamente de que a veces parece exactamente eso y solo eso, ficción, cuando no hace falta decir que no era tal. En esta escisión radica lo más insatisfactorio de un filme que, pese a todo, hay que ver, porque es una parte de este tiempo.

Esta noche, en Radio 3 de RNE, Bárdem, el guionista Gregorio Morán, Roberto Bodegas, productor ejecutivo, Santiago Carrillo, ex secretario general del PCE, y Antonio Gregori, moderador, mantendrán un debate tras el final de la emisión de Siete días de enero en TVE y hasta la madrugada.

Siete días de enero se emite hoy a las 22.05 por la segunda cadena.