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Los laboristas británicos rechazan la presión sindical como medio para llegar al Gobierno, según Neil Kinnock

Neil Kinnock, líder del Partido Laborista británico, dejó ayer claro ante el congreso anual de la asociación de sindicatos británicos (TUC) que su grupo busca llegar al poder a través de las urnas, y no por medio de presiones sindicales, como parece que pretenden algunos sindicatos. La huelga de los mineros recibió ayer nuevos bríos después de que fracasara, antes de empezarse a discutir, la iniciativa negociadora acordada la víspera a instancias del magnate de la Prensa Robert Maxwell.Kinnock, en lo que los analistas consideran su más importante discurso desde que tuvo acceso a la jefatura laborista el pasado otoño, insistió en que el trabajo de su partido es la obtención del poder a través de unas elecciones, y no mediante la creación de un caos industrial que acabe con el Gobierno. Estas palabras iban especialmente dirigidas, según los analistas, a un sector de las trade unions que quisiera repetir la experiencia de hace 10 años, cuando una huelga de los mineros puso fin al Gobierno conservador de Edward Heath.

El dirigente laborista pidió al Ejecutivo que encabeza Margaret Thatcher que abandone su política de no intervención en el conflicto minero y que utilice su poder, para buscar una solución a la huelga, que ya dura 26 semanas. Precisamente, ayer fracasó el primer intento de entablar conversaciones entre mineros y patronal habido en los seis meses largos de conflicto. El líder de los mineros, Arthur Scargill, acusó a la estatal Junta Nacional del Carbón, que preside Ian Mac Gregor, de haber suspendido las negociaciones acordadas la víspera, al tiempo que la otra parte atribuía a los mineros la ruptura unilateral de los contactos.

El paro, seguido por unos 130.000 de los 180.000 mineros del Reino Unido, comenzó en marzo para protestar contra los planes de la Junta Nacional del Carbón de cerrar 20 minas, por considerarlas antieconómicas, y suprinúr 20.000 puestos de trabajo. El plan de la Junta rompía unilateralménte un acuerdo establecido con anterioridad. con el sindicato, pacto que estipulaba que no habría cierre de pozos.

El congreso de las trade unions discutió ayer la legislación antisindical que tiene en cartera la primera ministra. El cambio de legislación, que estará completamente en vigor a finales de esta década, afecta a la estructura del sindicalismo en el Reino Unido y prohíbe las huelgas de solidaridad, los piquetes en zonas distintas a las de trabajo y la sindicación de trabajadores de ciertos departamentos oficiales.

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