El último otoño hacia el Tratado de Roma
LAS NEGOCIACIONES de adhesión de España a la Comunidad Económica Europea (CEE) entran, con la sesión de negociación ministerial, que se desarrollará hoy, lunes, en Bruselas, en su crucial y es de esperar última fase. Tras el aparente fracaso de la sesión negociadora celebrada el 24 de julio, la s perspectivas son para la delegación española más optimistas, dada la voluntad política manifestada por la CEE en la cumbre de Fontainebleau de que el ingreso de España es ya incuestionable. Quedan, no obstante, numerosos temas importantes por concretar, algunos, como pesca, frutas y hortalizas, vino, aceite de oliva y siderurgia, necesariamente conflictivos por los problemas de excedentes y fuerte competitividad que plantean a una Comunidad que atraviesa una profunda crisis financiera. La agenda es tan apretada que prácticamente se entra en un proceso negociador permanente que finalizará prácticamente el día de la firma del tratado de adhesión.Evidentemente, para el logro de un acuerdo bien negociado no caben pausas, pero tampoco prisas que obliguen -por razones paralelas, como el congreso del PSOE o la cuestión de la OTAN- a terminar por encima de todo las conversaciones antes de que finalice el año. Sin embargo, la demora, en caso de qué se produzca, no puede ser muy grande, sobre todo teniendo en cuenta la situación política en la vecina Francia, país que debería ser el primero en ratificar este ingreso, pues de otro modo el tema quedaría mezclado en su precampaña electoral.
Los negociadores españoles insisten en los bien fundados principios de "equilibrio, progresividad y reciprocidad dentro de una idea de globalidad". Pero sólo con principios no se rédacta un tratado de adhesión de este tipo, y es el momento de pasar a la realidad. Además, si el equilibrio, por citar un ejemplo , es económicamente calculable en algunos capítulos, como ocurre con agricultura e industria, tampoco se puede trasladar matemáticamente al conjunto de la negociación. En estos momentos lo importantes equilibrar en la medida de lo posible el acuerdo preferencial de 1970 para las relaciones economicas entre España y la CEE. Algo que, en una simplificación quizá excesiva, implica que la Comunidad ha de ofrecemos ventajas agrícolas a cambio de ofrecer nosotros ventajas industriales, a un ritmo suficientemente graduado como para evitar un choque excesivo a nuestra economía.
De ahí que sea comprensible la actitud, propugnada especialmente desde el Ministerio de Agricultura, de no hacer las concesiones que quizá sean finalmente inevitables sin tener antes, una clara postura en materia de vino y de aceite de oliva. De cualquier forma, y con objeto de avanzar más rápidamente, España podría aceptar un compromiso formal de que cualquier acuerdo posterior en tomo a estos productos no resultara discriminatorio para nuestros agricultores, comerciantes o exportadores.
Los negociadores españoles han jugado hasta ahora la carta de la dureza para lograr ventajas, flexibilizar la actitud comunitaria y responder a unos grupos de presión que parecen haberse finalmente despertado. Sin embargo, parece llegada la hora de que todos comiencen a poner las cartas sobre la mesa y hacer concesiones reales por todas las partes. El pasado mes de junio, en Luxemburgo, España firmó un preacuerdo con la entonces presidencia francesa de la CEE, en el que se realizaba un gran esfuerzo para aceptar el sistema de integración en dos fases de nuestras frutas y hortalizas. La CEE entendió que se trataba de todo el sector. España, con razón, insiste para que este régimen sólo se aplique en los casos justificados y no en bloque. Es decir, pide la exclusión de las fases para los cítiricos que considera no son productos sensibles para los comunitarios, y protección para la producción nacional de cereales, leche y carnes ante la competencia de los países comunitarios.
Quizá sea demasiado pronto para pedir resultados concretos y definitivos de la negociación que hoy se celebra en Bruselas a nivel ministerial, y muchos indicios y declaraciones apuntan a que la sesión crucial será la del 17 y 18 de septiembre. No obstante, al decidirse a presentar declaraciones sobre agricultura y sobre desarmiarancelario, España ha dado un paso importante para reanudar la discusión.
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