Palomo 'coge un globo'
Palomo cogió un globo sólo porque el presidente no le concedió la oreja. La que armó. A lo mejor es que la oreja figuraba en contrato y, lógicamente, se sentía estafado. Le hacía gestos irónicos al presidente, le dijo unas palabras al delegado de la autoridad, comunicaba al público su frústración, envió embajada al desolladero para que le trajeran la oreja. Y eso que había toreado con mucha vulgaridad, que si llega a ser con exquisitez, como Ortega Cano haría más tarde, presenta denuncia en el juzgado de guardia.Torear no es el ajetreo que Palomo se había traído con un torito boyante. Que le ligara pases en algunos pasajes de la faena o le diera buenos de pechos, molinetes, otros de rodillas, no quiere decir que toreara en sentido estricto, pues el trasteo transcurría irregular, muchas veces violento. Por el contrario, cuando un torero cabal tiene la fortuna de encontrarse con un torito así, aprovecha para hacerle la faena de su vida. En la misma plaza de San Sebastián de los Reyes, hace muchos años, un torero cabal aprovechó un torito de estos, por cierto con más casta, para alcanzar la cumbre del arte de torear. Se llamaba Antonio Bienvenida; ¿suena el nombre?.
Plaza de San Sebastián de los Reyes
31 de agosto. Cuarta de feria.Cuatro toros de El Madrigal; segundo y cuarto de El Chaparral. En general,flojos, cómodos de cabeza (quinto, sospechoso de pitones) y manejables. Palomo Linares. Bajonazo (petición y vuelta). Estocada tendida baja (oreja). José Mari Manzanares. Pinchazo perdiendo la muleta, estocada trasera yfrenética rueda de peones (oreja). Dos pinchazos y media estocada caída (aplausos y saludos). Ortega Cano. Cinco pinchazos -aviso-, estocada y descabello (silencio). Dos pinchazos y estocada (oreja).
Igual ocasión que Palomo y que tiempo atrás el maestro por antonomasia tenía ayer Manzanares, pues su primer toro aún resultó más pastueño que el anterior, y tampoco le hizo el toreo. Es cierto que dio pases de una suavidad y un temple irreprochables; que en los de pecho acentuaba su trayectoria, cerrándola sobre el hombro contrario; que incrustó alguna trincherilla de sabor clásico. Ahora bien, una faena es los pases tanto como su total estructura, en la cual cada acción ha de tener un progresivo sentido de dominio, y cada suerte esta servidumbre. Y Manzanares marginaba la técnica, para dedicar su esfuerzo a la depuración de los muletazos. Pero esos muletazos, a su vez, se producían con la suerte descargada, atrás la pierna contraria. Es un dato fundamental, pues cuando un torero renuncia a cargar la suerte, según hacía Manzanares, en realidad renuncia a torear.
Torear es la verónica y el natural que ayer ennobleció Ortega Cano en la plaza de su pueblo de adopción. Ortega Cano recibió al sexto con unas verónicas de alta escuela. Adelantaba el percal, fundía en sus vuelos la embestida, bajas las manos, y en el remate ya había ganado terreno hacia los medios, para repetir el lance prácticamente sin solución de continuidad. La media con que remató la larga serie fue béllísima. El alto nivel de su toreo de capa se prolongó en la faena de muleta, que sí tuvo sentido de dominio, y en ella hubo dos series al natural del más puro clasicismo, ligadas al de pecho con una valentía, un ritmo y una pulcritud sorprendentes.
Si olvidamos la vulgaridad de sus pares de banderillas y el desacierto con la espada, la actuación de Ortega Cano ayer merece ser calificada de importante, por esa lidia del noble sexto toro, pero también por la que dio al tercero, manso y huido, al que enceló y dominó con la hondura de su toreo. Es decir, que el modesto les dio a las figuras con quienes alternaba un baño en regla. Las figuras estaban incapacitadas para competir con un torero de verdad. Palomo le hizo al cuarto una faena ramplona, por la que le dieron una oreja, seguramente para que no cogiera otro globo. Manzanares necesitó trajinar con el quinto por medio ruedo, y en ningún terreno conseguía acoplarse. Y eso con toros sin fuste, sin problemas y hasta sin pitones, varios de ellos propiedad de los apoderados de las figuras dichas, señores Lozano hermanos. Como decían en el tendido: ¿Qué quedrán?.
Dámaso González triunfa en Calahorra
Dámaso González cortó dos orejas en un toro y dio dos vueltas al ruedo en otro, en la segunda corrida de la feria de Calahorra, celebrada ayer. Niño de la Capea tuvo aplausos y silencio, y Julio Robles, silencio y división de opiniones. Los toros, de Manuel Camacho, fueron flojos.
En la corrida de la feria de Linares, también celebrada ayer, se corrieron toros de Bernardino Jiménez, para rejones, con el siguiente resultado: Ángel Peralta, vuelta al ruedo. Rafael Peralta, oreja. Álvaro Domecq, ovación. Joao Moura, vuelta.
Por otra parte, hoy se celebra la última corrida de la feria de San Sebastián de los Reyes, en la que alternan Paquirri, Julio Robles y Luis Francisco Esplá. El festejo empieza a las 16.45 horas.
Babelia
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