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Felipe González afirma que la oferta de negociación con ETA no va a suponer un enfrentamiento con el Ejército

El presidente del Gobierno, Felipe González, abordó ayer en conferencia de prensa, al término de su entrevista con el Rey, en Palma de Mallorca, importantes temas de la actualidad, como las conversaciones sobre el pacto social, la oferta de negociación con ETA y las demandas de extradiciones ante Francia, el pacto entre Libia y Marruecos, así como las dificultades que encuentra el Gobierno para encauzar la crisis económica. En sus primeras declaraciones a la Prensa después de las vacaciones veraniegas, Felipe González afirmó que la vía de negociación abierta con ETA no va a suponer un conato de enfrentamiento con el Ejército".

El presidente del Gobierno, que dijo estar "rompiendo un hábito a efectos pedagógicos, para que la opinión pública sepa lo que es un despacho del jefe del Ejecutivo con Su Majestad", resaltó la firme decisión de su Gabinete de no negociar con bandas terroristas "en términos políticos": "Creo que debemos seguir el ejemplo anglosajón", dijo, "el método del diálogo para acabar con las actividades criminales", y puso como ejemplo el refrán castellano "A Dios rogando y con el mazo dando".Felipe González había convocado a los redactores de Prensa (al palacio de Marivent habitualmente sólo tienen acceso los fotógrafos) para saludarlos en persona según fuentes oficiosas de la residencia veraniega de los Reyes de España, y acabó la improvisada conferencia de prensa diciendo que "vamos a dejarlo, porque esto se ha convertido en una rueda de prensa, y no es el momento".

De entre los asuntos despachados con el Rey, Felipe González destacó dos informes estudiados anteayer por el Consejo de Ministros, uno referente a la concertación social y a los Presupuestos Generales del Estado para 1985 "que será objeto de nuevos estudios por parte del Gobierno", y otro, al proceso de integración de España en la Comunidad Económica Europea (CEE). Estos dos informes estaban fuera del orden del día de la reunión ministerial y según el presidente, "volverán a ser objeto de deliberación en próximos consejos".

"También hemos hablado de la política exterior", dijo González, pasando a referirse al tratado de unión de Estados suscrito por Libia y Marruecos. "Quiero decir, primero, que no afecta a España en nada, y segundo, que es un acuerdo entre Estados soberanos que, como vecino respetuoso, no voy a valorar para evitar que se considere mi opinión como una injerencia en los asuntos internos de estos países".

El presidente del Gobierno rechazó que la vía abierta de negociación con ETAm vaya a suponer un "conato de enfrentamiento con el Ejército. En absoluto. Estoy de acuerdo con el general Sáenz de Santa María en que no se debe negociar con bandas terroristas en términos políticos". Sin embargo, especificó que esta negociación debe seguir el ejemplo anglosajón, es decir, "el método del diálogo para acabar con las actividades criminales".

El presidente González negó que vaya a cambiar la estrategia del Gobierno con respecto a ETA y las extradiciones -que ya han sido informadas favorablemente por la justicia francesa- en el sentido de presionar al Gobierno francés para que las conceda. "La lucha por la pacificación, y por el mantenimiento de la seguridad y la libertad", dijo, "se mantiene constante desde el comienzo del mandato", y añadió que el Gobierno "posee instrumentos policiales judiciales y de cooperación internacional. Todos los utilizamos dentro del Estado de derecho, y los seguiremos utilizando. El Gobierno francés hizo en noviembre de 1982 una declaración de sus actitudes al respecto, y no las ha cambiado". González explicó la lentitud del trámite de las extradiciones, "que hemos presentado por la vía ordinaria" y que podría afectar a siete de los ocho presuntos etarras sobre quienes los tribunales franceses ya han dado el visto bueno para que sean deportados.

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Después de atribuir a la Prensa francesa la próxima celebración de un referéndum en Navarra sobre su posible integración en el País Vasco, según ha publicado Le Nouvel Observateur, negó rotundamente que fuera a llevarse a cabo, "aunque no acostumbro a hacer desmentidos, porque luego se convierten en noticia". Por otra parte, Felipe González consideró un error la expulsión de Adolfo Suárez de Uruguay, y reafirmó el apoyo prestado por su Gobierno al ex presidente y actual diputado del Centro Democrático y Social (CDS).

"La política económica del Gobierno", dijo, "se está abriendo paso en una serie de frentes: lucha contra la inflación, desequilibrio en la balanza de pagos, corregido incluso con un cierto superávit; crecimiento del producto interior bruto en mayor medida que lo que está creciendo en Europa... Es decir, la política económica empieza a dar unos resultados positivos. Hay todavía dos fenómenos que son enormemente preocupantes: el paro y el déficit público". En cuanto al problema del paro dijo que se detiene su caída y que el Gobierno estaba preocupado "por los problemas estadísticos, porque debe haber una cantidad de empleo encubierto, no estimada, que ustedes, como observadores imparciales de la realidad, deben conocer".

Felipe González estimó lógicas las críticas a la política económica, refiriéndose a la postura de CC OO sobre las negociaciones para la concertación social, pero negó que este sindicato estuviese planteando una alternativa diferente a la del Gobierno. "A mí me interesa saber cómo puedo combatir la situación de pobreza y de marginación. Ese es mi objetivo como presidente del Gobierno. Hay alguien que me dice que 'está usted olvidando la eficacia social con la mística de la eficacia económica'. No es verdad. No hay jamás eficacia social sin eficacia económica, salvo que uno crea que es eficaz socialmente repartir hambre, y yo no me voy a dedicar a repartir hambre. Yo lo que quiero es que haya un crecimiento de la riqueza, y como soy socialista, ya me encargaré yo de que se reparta esa riqueza".

El presidente reconoció que es cierta la pérdida de apoyo popular para este Gobierno -"eso ya lo he dicho muchas veces"-, pero pronosticó que ello no se transforma en un incremento del apoyo a otras formaciones políticas, y que en los dos años que restan de legislatura "vamos a recuperar votos".

Despacho número ochenta con el Rey

El presidente González mostró por otra parte su sorpresa por el carácter urgente que algunos diarios y emisoras de radio habían atribuido a la audiencia con el Rey "Éste ha sido un despacho importante, pero habitual y ordinario, como los 80 que he celebrado con Su Majestad; aproximadamente, uno por semana". Tras negar la existencia de una crisis de Gobierno, de la que dijo haber oído rumores desde el mes de mayo de 1983, explicó que "si la hubiese, el camino consistiría en comunicar al Rey la remodelación gubernamental que, en su caso, adoptase el jefe del Ejecutivo. Pero que quede muy claro que Su Majestad no tiene por qué adoptar ningún compromiso político con el Gobierno. No se debe implicar nunca al Rey en una crisis".Posteriormente a la conferencia de prensa, Felipe González se trasladó al chalé donde veranea cada año el ex canciller de Austria Bruno Kreisky, en Costa d'En Blanes (a 12 kilómetros de Palma). Después de almorzar con Kreisky, el presidente regresó a Madrid, por vía aérea, alrededor de las cinco de la tarde.

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