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Juegos de la 23ª Olimpiada de la era moderna

La higiene americana hunde a las españolas

ENVIADO ESPECIALLo ocurrido en la segunda jornada de¡ primer torneo olímpico de gimnasia rítmica fue el remate al absurdo de una competición descafeinada. La higiene americana, la imposición de los organizadores de mantener la ventilación en el Pauley Pavillion, hizo que las gimnastas fallaran continuamente en el ejercicio de cinta al no poder controlar los lanzamientos. Marta Bobo perdió así su posición de líder antes de la final de hoy y Marta Cantón, aunque se mantuvo tercera, también se alejó de los dos primeros puestos, que pasaron a ocupar las dos rumanas. Las dos españolas acabaron llorando.

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La gimnasia rítmica es uno de esos deportes, como el patinaje sobre hielo, en que la plástica puede con todo; la sensibilidad con el riesgo de la gimnasia deportiva, por ejemplo. Y las lágrimas con todo aún más fácilmente. El olimpismo femenino en la gimnasia se ha convertido en un juego de niñas donde las lloreras pueden escapar en cualquier momento."Llevo aquí desde el día 24, entrenándome mañana y tarde, viendo con envidia cómo el resto de atletas están de vacaciones hace ya una semana, porque han terminado, y encima, esto, que no apaguen el aire acondicionado". Marta Bobo no lloraba en los momentos de la conversación, pero le faltaba poco. A Marta Cantón, que había actuado antes que ella, le había ocurrido lo mismo: "SI llegan a estar aquí las búlgaras y las soviéticas, o apagan la ventilación durante los ejercicios, o no hay competición. Seguro".

En la segunda rotación del concurso las 33 gimnastas participantes debían actuar en los dos restantes aparatos de la gimnasia rítmica. Con la suma de las cuatro puntuaciones, las 20 mejores pasaban a la final. En ella volverán a actuar hoy ya en los cuatro ejercicios, con nuevas notas que sumarán a la mitad de lo conseguido en las dos primeras jornadas. Marta Bobo, líder después de los dos primeros aparatos, aro y pelota, sólo empezará ya en octavo lugar. Marta Cantón sigue tercera. El segundo día no les fue bien a las españolas.

La entrenadora búlgara del' equipo español, bajita y reservada, estaba quizá más seria que de costumbre. No había razón, tras las magníficas posiciones. del día anterior. Pero la juez española Nadal comentó el posible motivo de su preocupación: "Es el aire acondicionado. Las gimnastas no pueden con las cintas". Y la cinta era uno de los dos aparatos que esperaban a Marta Cantón y Marta Bobo. Emilia Panteleeva, cronómetro en mano para controlar los tiempos de los ejercicios, hizo un gesto negativo con la cabeza y añadió: "Y, además, tienen que salir las dos".

Antes, sin embargo, salieron en mazas, junto a la segunda rumana, Dragan. Y ya empezaron a ir mal las cosas. Sin hacer proezas, una de sus principales rivales cumplió en los lanzamientos sin errores y sumó 9,65. Marta Cantón hizo 9,60, pero no quedó contenta. Aunque en las mazas no influyera, ya empezaba a pesar la higiene americana: "No sé qué me ha pasado. Suelo ponerme nerviosa antes de las competiciones, pero esta vez mucho más. He estado bien en los lanzamientos, pero no me he sentido a gusto. Me ha faltado soltura". Marta Cantón, como Ricardo Aldabe, el nadador, también confesó tener una sensación rara porque la competición olímpica no era como otras. "No, si no estaba nerviosa porque me jugara una medalla. En realidad, no hay nivel de gran competición".

A Marta Bobo, que salió a continuación, se le cayó una de las mazas al efectuar un lanzamiento Fue el primer anuncio de que no iba a tener su tarde: "Confieso que es mi peor aparato, pero salvé el resto del ejercicio más o menos bien". Los jueces la puntuaron sólo 9,40.

El nivel español seguía bajando La mejor rumana, Doina Staicu lescu, correcta con la pelota, se había mantenido con 9,60, y tras la antepenúltima rotación pasaba al segundo lugar empatada con Marta Cantón, ambas con 28,65. Alina Dragan subía al primer puesto con 28,80 y Marta Bobo bajaba al cuarto con 28,60.

Llega el viento

Pero aún quedaba la cinta para las dos españolas y para Dragan Staiculescu (sólo 9,35 el primer día), ya había pasado el mal trago del viento y se iba a poner líder por delante de su compañera, que pasó los primeros apuros. La cinta se le pegó hasta tres veces en el cuerpo y se vio apurada para mantener el dibujo de la cinta en movimiento, detalle técnico fundamental en este aparato, así como para recogerla al final. Pero con un 9,25 se dio por satisfecha. Quizá debió pensar que aún tendrían más problemas las españolas.

Y no se equivocó. Marta Cantón acabó llorando: "Es que sales ya con la idea de que vas a fallar. A lo mejor hubiera fallado igual, pero ya vas sugestionada con el viento. Además, como estaba este pabellón ocupado por la otra gimnasia, hasta hace dos días hemos estado entrenando en uno donde no se podía lanzar porque no tenía altura suficiente el techo. Siempre que vamos bien, porque lo importante es ser regular, pasa algo. Ha sido en un lanzamiento, que no lo he debido hacer bien y se me ha venido encima el palo. Bueno, luego, al final, no sé si lo habrán visto los jueces, pero he recogido la cinta como he podido". Sí lo vieron, porque sólo le dieron, 9,15.

El panorama no podía ponerse peor porque Doina Staiculescu, la otra rumana, espléndida en mazas, conseguía 9,85.

Marta Bobo:

"Estoy cansada"

La esperanza era aún Marta Bobo. Al menos, para no descolgarse aún más. Marta Cantón se levantó para verla luchar contra el viento. Pronto hizo un gesto significativo. Tras uno de los lanzamientos, la cinta se enredó completamente en su cuerpo. Se la notaba impotente. Otra vez la higiene americana. "No pude con el viento. Por más que la tiré y cambié el ejercicio en todas las direcciones, no pude dominar el aparato". Marta Bobo estaba aún más triste que su tocaya. No sabía que le habían dado sólo 8,95. Se lo imaginaba y se lamentaba: "Yo estaba bien de moral, con muchas ganas, pero esto es como un bingo. Puedes haber estado preparando el ejercicio 100 veces y te falla el día de la competición. Sí, ya estoy cansada de tanto entrenarme y con la competición al final, tan lejos. Si lo hubiera sabido que era tan tarde habría venido sólo la semana antes. Te puedes pasar".

Marta Bobo, tan menuda, con sus 32 kilos a los 18 años, dio una sensación de sufrimiento bien distinta a Marta Cantón, sólo tres meses mayor que ella, también delgada, pero no a niveles tan exagerados. Son compañeras de habitación en la villa olímpica, pero apenas se hablan. Marta Cantón es catalana, de Barcelona, y Marta Bobo, gallega, de Orense. Marta Cantón confiesa que habla poco, pero que si se le da pie en seguida entabla conversación. Con su compañera de cuarto no puede. "Es que alguna vez he dicho algo y no le ha gustado. Con el resto del equipo de conjuntos me llevo muy bien, pero con ella... Es un poco rara".

Los ojos azules de Marta Bobo parecían pedir paz. "¿Qué va a pasar en la final? Es algo que no se puede predecir. En este momento sólo pienso en seguir y acabar".

Alguna medalla, por muy devaluadas que estén, aún está al alcance de las españolas. Pero la ventilación seguirá funcionando y el viento no parece ya soplar a su favor.

Puntuación

Antes de la final las puntuaciones son éstas: 1, Staiculecu (Rumanía), 38,50 puntos: (9,70 en aro, 9,60 en pelota, 9,85 en mazas y 9,35 en cinta). 2, Dragan Rumanía), 38,05: (0,65, 9,50, 9,65 y 9,20). 3, Fung (Canadá), Reljin (Yugoslavia) y Cantón (España), 37,80: (Cantón: 9,45, 9,60, 9,60 y 9,15). 6, Staccioli (Italia), 37,75. 7, Weber (RFA), 37,60. 8, Bobo (España), 37,55: (9,60, 9,60, 9,40 y 8,95). Para la final se arrastra la mitad de estas puntuaciones, con lo que la diferencia de las españolas respecto a las dos rumanas es también la mitad.

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