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Juegos de la 23ª Olimpiada de la era moderna

Los jueces parecían de Illinois

Estados Unidos tuvo en los Juegos de Invierno de Lake Placid, en 1980, su último momento cumbre de triunfo olímpico y de exaltación nacional, como casi siempre suele ocurrir, en un deporte de equipo, el hockey sobre hielo. Entonces fue la última alegría porque su presidente, Carter, prefirió a continuación otra maniobra distinta. Cuatro años después, en los Juegos de Los Ángeles, antes de que termine el baloncesto, por ejemplo, ya ha habido el triunfo del cuarteto de 4x200 libres masculinos en natacion, sobre la RFA de Gross, y, especialmente, el del sexteto de gimnasia, frente al de China.En la piscina, salvo alguna salida seminula, manda el cronómetro y no hay discusiones; en los seis aparatos gimnásticos, en la puntuación de los ejercicios, topamos con los jueces. Estados Unidos se impuso por 60 centésimas de punto a China después de 72 actuaciones de gimnastas de cada país el domingo y el martes, 36 cada jornada. Los regalos en las puntuaciones a los gimnastas norteamericanos, pese a su evidente mejora respecto a los pasados campeonatos mundiales, fueron continuos y muy hábilmente distribuidos. Lentos, pero seguros. No estaban los jueces del Este, pero los de los países participantes parecían todos de Illinois.

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EE UU, con 0,60 puntos de ventaja sobre China, gana su primer título desde los Juegos Olímpicos de 1932

China ganó en Budapest con 295,25 puntos, por 294,40 de la URSS, 293,75 de Japón y 291,90 de Estados Unidos, cuarto en octubre de 1983. Los chinos superaron a los norteamerica nos en campo neutral, pues, por 3,35 puntos. Ahora, en campo contrario, han perdido por 0,60. De nada les han servido los dieces conseguidos gracias a las innovaciones introducidas en sus ejercicios. Las mínimas y menos arriesgadas de los locales se puntuaron siempre un poco mejor.

China no protestó en ningún momento. Su fair play es exquisito. Han vuelto a los Juegos, en terreno norteamericano, además, y todo son sonrisas. En caso de haber estado la URSS, el conflicto hubiese sido de tamaño regular. El gran gigante dormido, en cambio, no quiere desperezarse dando zarpazos o aún conserva la ingenuidad del aislamiento, pero le han quitado un título más que sumar a los tres de halterofilia, aunque ganados a una media de 30 kilos menos que los actuales récords mundiales de búlgaros y soviéticos, y los dos de tiro, en que los jueces no pueden todavía, ni siquiera en Estados Unidos, desviar los disparos.

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