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Tribuna:La elipse
Tribuna
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23 lunes

Me baño a medianoche en mi piscina, como todos los días. Es un contacto interior de sol, de oro, de calor largo y mantenido. El baño como desaparición. Freud acertó teorizando sobre la tendencia de la materia a la horizontalidad, al reposo, ¿a la muerte? Pero se le olvidaba el agua. El agua, elementalidad final del sistema elíptico en que vivimos, "sencillez última del universo", según Jorge Guillén, es la aceptación absoluta a nuestro yo histérico por parte de la naturaleza sinfónica, convulsa y clásica. Bañarse desnudo y solo, con morbo de luna, en julio/agosto (ahora me invitan a muchos baños nocturnos con final equívoco, por La Moraleja y Somosaguas, pero eso es otra cosa), supone haber entrado en el clasicismo del agua (el agua es muy generadora de mitologías), en la consagración del agua, en el panteísmo de no sé qué obras completas. Vengo de los mares y las islas, vengo del Mediterráneo, caldorro de latín y griego, vengo de las ínsulas extrañas, escarpadas de cabras y ejecutivos alemanes en meyba. Nada como el agua doméstica de mi piscina, uperisada de luna, consagratoria, feliz y bautismal. A ' consejo a los españoles bifrontes, que ya casi todos tienen piscina en la parcela, bañarse desnudos de madrugada (el sol calienta mucho los cascos de los caballos guerracivilistas) en el agua nocturna y rectangular, o con forma abstracta de riñón: lo abstracto suele remitirnos a otros mundos concretos. Sobre el seto, la parra virgen se erige hasta alturas de auto sacramental verde y salvaje, como un Calderón en la manigua. Mis gatos cazan urracas, por los árboles. Los perros ladran fundiéndose en el "infinito perro" que escuchara Pedro Salinas. Mi cuerpo demediado está ya en paz, lustral de amigos y enemigos. Al agua, que yo odiaba en lo que tengo de gato, me trajo de la mano una ninfa/sobrina, en lo que las cosas tienen de sobrinas nuestras. La paz que no dan las Obras Completas, la da el agua con cloro de la piscina.

25 miércoles

Han matado a un perro, le han dejado un muñón de absurdo y de perro a la vida. Yo amaba ese perro, que no era mío, pero que me recogía en su redil, con una ternura violenta, cuando yo amagaba irme de la casa. El franciscanismo no está en San Francisco, sino en los animales. Tenía la cabeza hermosa y fea de los grandes hombres. Tenía el cuerpo en curva de ballesta, forjado en salto que generaba todos sus saltos agilísimos. Despreciaba como un hidalgo la comida que le echaban los niños y aceptaba como un perro los huesos de su plato de perro. Mi amigo llora sin llanto la muerte de la bestia, porque la bestia no es sino una dulce perversión de la bella. Han matado un perro, han dejado al aire con moscas del verano un muñón de vida ágil y ternura macho.

27 viernes

La canción del verano. Suena en todos los baffles y nos perfuma el cóctel de champán (Camilo Sesto nos ha preparado uno exquisito, a Vittorio Gassman y a mí, en su chalet de Torrelodones). Me preguntan de las emisoras por la canción del verano y digo que cualquier canción de Anabelén, la amo/la amo. Hay otros cócteles para el calor, como ése que mezcla a Barrionuevo, a la mafia y a la policía, a Nicolás Redondo, que quiere, en un pronto "hacer la revolución", a Paco Ibáñez, el ministro Boyer y Ruiz-Mateos. El verano es una democracia natural que nos hace a todos solubles en todo. Pedro Schwartz me trae a casa, de madrugada, en su citroen. Si es que ya no hay costumbres. Su hermano, el novelista, se ha presentado al Planeta/Lara para comprarse una moto, si lo gana. Pitita tiene cautivo y desarmado al ejército rojo en la batalla de El Escorial (milagros). Publica cartas en todas partes. Rosa Montero está de miliciana en la trinchera contraria. La musa de la derecha y la musa de la izquierda se enfrentan, así, en singular contienda. Carmen Garrigues, que va por libre, dice que allí no huele a rosas, sino a la odorizada axila de Amparo Cuevas, que no se lava. Quizá teme que con la mugre se le vaya el carisma. Carmen Romero, lavada de verano y veraneo, es la casada joven más bella de España. Casi una réplica a la ley de divorcio de Ordóñez. De Maradona ya nadie se acuerda, o sea que no hay que irse, sino reforzarse, como Pujol, que quiere asumir en sí todos los nacionalismos catalanes. El hombre que acertó a vender un modelo, puede fracasar con un muestrario. Otrosí,' Ferrer-Salat sería la cabeza esbelta de la derecha, si hubiese una derecha: hay catorce. A Peces-Barba, en las cenas bian, se le identifica cada día para bien y para mal, con don Manuel Azaña. Hasta en las calumnias. En esto que Giannina Faccio de gafas negras y botas blancas. Como hilo musical, Romano Mussolini compartiendo su piano mussoliniano con Santisteban. La canción del verano, señorita, suena un poco fascista incluso donde no suena. Estos dos ponen la música y yo, con todo lo que antecede, he puesto la letra.

29 domingo

Un día de este verano, jugando a sorprenderse a sí mismo, como toda la vida, más que a sorprender a los demás, Salvador Dalí salió de Púbol. Estuvo en su museo como asistiendo a sus propios funerales. Pero unos funerales claros, quietos mediterráneos, que le hacía la luz. Gorro blanco, traje oscuro, camisa exigente. Bastón. Botines. A la vuelta, tardó en acostarse. Un Dalí sencillo y casi dulce. La vida ha tardado siglos en madurar esta rara y lujosa fruta humana. Sólo quiere que le lean artículos de periódico y libros de matemáticas. En mayo hizo su último dibujo en un libro del matemático francés René Thom: una muchacha desnuda, que salta. Un dibujo que está más allá del dibujar. Sencillez en que se resuelve una inmensa obra manierista. Todo el siglo tiembla en el temblor de este viejo. "Mañana, en vez de compota, tomaré sandía".

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