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La peor radio del año

La radio en verano alcanza sin lugar a dudas su más pobre expresión a lo largo del año. Varios fenómenos influyen en este hecho, del cual el principal perjudicado es precisamente el oyente que, al no poder disfrutar de vacaciones o de cualquier otra actividad expansiva, busca consuelo en el transistor. La radio preferirá acompañar curiosamente a los que se marchan, como el esposo engañado que busca ánsiosamente a su mujer, perdonándole incluso la infidelidad que supone abandonarle.Aunque usted no lo quiera, la radio le perseguirá. Como cómplices estarán esos individuos que inundan playas y piscinas, que prefieren sepultar el sonido de la tranquilidad y el relax con la sintonía de su emisora preferida.

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La radio recorre las playas, se distiende, se relaja y procura la diversión, como un turista cualquiera

El viejo proverbio de "si la montaña no viene a mí..." es seguido por los programadores radiofónicos. Si la gente se va a las piscinas en el interior, algunas emisoras diseñan espacios que sirvan de compañía en este tipo de escenarios. Nace así la radio megafonía, en la que la tradicional línea caliente de comunicación tú a tú a través de la radio se rompe en una audiencia que colectivamente recibe mensajes realizados con ese fin. "Qué fresquitos estaréis si me oís desde las piscinas', dirá la locutora de turno.

Penuria informativa

Como justIcación de la falta de atractivos de la radio veraniega resulta obligado hacer mención a la penuria informativa existente. La ausencia casi total de actividad política y económica impide a la radio acogerse a uno de sus contenidos prioritarios: la actualidad.

Es bastante usual que todas las emisoras acaben repitiendo incesantemente los mismos reportajes, los mismos comentarios, incluso los mismos entrevistados, al reducirse en las grandes capitales, sedes centrales de todas las cadenas, el número de populares que no se encuentran en paradero desconocido.

Sólo quienes han trabajado en un medio de comunicación alguna vez saben del sufrimiento diarío que supone localizar telefónicamente a personas conocidas que no disfruten de vacaciones en ese momento y que acepten participar en un coloquio o hablar de alguna vacuidad acorde con la actualidad del momento.

Lo más positivo que tiene este período del año, desde la perspectiva radiofónica, es la ausencia de las consabidas y encorsetadas estrellas que pueblan nuestras emisoras. Como si de una excursión escolar se tratase, todos juntos abandonan su puesto ante el micrófono en agosto, dejando paso a segundos que se encargarán de no hacerlo tan bien como para hacer peligrar el puesto del jefe. Para eso se les designa.

Su principal labor será la de hacer que los oyentes recuerden día a día que la estrella no está.. ¡Y que no se les ocurra salirse del papel encomendado!

Así será esta radio del verano en España. Seguramente lo mejor que puede decirse de ella es que, salvo que ocurra algún acontecimiento inesperado, pasárá inadvertida. Las empresas radiofónicas tampoco se esforzarán mucho en evitarlo.

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