Fabius, bien acogido en los medios financieros, anunciará hoy la composición de un Gabinete destinado a modernizar el país
El primer ministro francés, Laurent Fabius, anunciará hoy la composición de su Gabinete, que se supone estará en la línea de pragmatismo que caracteriza al nuevo presidente del Consejo francés y cuyo objetivo esencial será la modernización del país. Una vez despejada la duda sobre la permanencia de Jacques Delors, que dejará el Gobierno para presidir la Comisión Europea, ya sólo falta por despejar la incógnita de la participación comunista. Al término de una reunión, anoche, entre Fabius y el secretario general del Partido Comunista Francés (PCF), Georges Marchais, éste puso fuertes condiciones para seguir ocupando carteras en un Ejecutivo que obtenía las reacciones favorables de los medios financieros.
El joven economista designado para formar Gobierno, íntimo de Mitterrand, acapara, junto con Fignon, el nuevo astro de la historia del Tour de Francia, todo el interés de los franceses y de la Prensa, que, tanto si es favorable al Gobierno como si le es adversa, coincide al significar la espectacular operación política del presidente de la República como el nombramiento de un personaje tan cercano a él que algunos titulares afirman: "Mitterrand, como primer ministro".Existe una simbiosis total entre el jefe del Estado y su nuevo primer ministro, que él ha hecho a su imagen y semejanza desde que, hace dos lustros, ingresó en el Partido Socialista (PS). Las instituciones de la V República son así, el presidente lo puede todo, y él es quien gobierna. Ahora, quien había criticado tanto el régimen presidencial es acusado por los comunistas y por la oposición de cultivar el mismo pecado, tanto al ampliar las posibilidades de convocar referendos, como nombrando un primer ministro, que ya es tachado de ser la voz de su amo.
Rumores para todos los gustos
Ayer circularon rumores para todos los gustos sobre la composición del Gobierno. Una vez confirmado que el ministro de Economía, Jacques Delors, abandonará su puesto, quedaba descartada la posibilidad de que Claude Cheysson dejase el Ministerio de Exteriores.Entre los susceptibles de salir del Gobierno se encontraba ayer Roland Dumas, el ministro de Asuntos Europeos. Los ministros de Cultura, Jacques Lang; de Comercio Exterior, Edith Cresson; de Defensa, Charles Hernu, y de Justicia, Robert Badinter, permanecerán probablemente en sus puestos.
Se especulaba también con la baja de Gaston Defferre, el amigo de Mitterrand, que ha sido ministro del Interior y de la Descentralización desde mayo de 1981. Una de las novedades podría ser Edgar Pisani, un ex gaullista que se pasó al socialismo moderado en torno a Michel Rocard, el ex ministro de Agricultura, que también podría cambiar de cartera para pasara a ocupar la de Educación o, tal vez, quedarse fuera del Gabinete.
Renovar la oposición
Las reacciones al nombramiento de Fabius revelan que Mitterrand, esta vez, ha jugado acertada y peligrosamente. En la oposición conservadora liberal, los líderes se callan en espera del nuevo Gobierno. Ni Jacques Chirac, ni Valéry Giscard d'Estaing, ni Raymond Barre han abierto la boca. Sin embargo, tanto los líderes jóvenes del giscardismo, como los del centrismo, ven en Fabius el símbolo de "una línea política más moderada", que, además, pretenderá convertirse en "el monopolio de la modernidad", lo que, añaden estos mismos personajes, "nos plantea problemas en la oposición, donde hay que dar prueba de más imaginación, porque Fabius es un adversario temible".Estas últimas palabras son del presidente del Partido Republicano (PR), François Leotard, compañero de estudios de Fabius. Éste, como otros portavoces de la oposición, ya dicen claramente que "también tenemos que renovar el personal dirigente", apuntando así a la vejez de los Giscard y compañía. Mitterrand, en efecto, poniendo a Fabius el joven al frente el equipo dirigente, se dirige a una capa social distante de la vida pública, como lo son los votantes de 18 años que, por primera vez, fueron a las urnas en 1981.
Los medios económicos internacionales de los países industrializados, a juzgar por la buena cotización del franco francés, verían con buenos ojos el nombramiento de Fabius como jefe de Gobierno. Hasta la fecha, ha sido Delors quien garantizaba ante el resto del mundo occidental la continuidad de la sensatez económica del Gobierno socialista, que, en un principio, pretendió liberarse del entorno internacional y de la crisis, practicando una política de relanzamiento, que puso a Francia al borde de la quiebra.
En el interior, aunque a Fabius aún no le perdonan en las esferas de la alta finanza que fuese el instigador del impuesto sobre las grandes fortunas, algunos altos representantes de la industria francesa valoran que haya sido también el hombre de la reindustrialización, así como destacan su sentido moderado de la gestión económica y su fidelidad a la economía de mercado.
En el Partido Socialista, no todos aplauden con entusiasmo a Fabius, pero cada cual lo disimula, y los sectores más radicales esperan a que se equivoque en su gestión para que Mitterrand "vuelva a ser de izquierdas".
A fuerza de ser brillante e inteligente, culto y hábil, y a fuerza de ser hijo de ricos, y de ser el número uno siempre, y de trabajar sin descanso aparentando lo contrario, el misterioso Fabius mantiene expectante a la opinión. El diario independiente Le Monde anotaba ayer lo que piensa un buen número de ciudadanos de su nuevo jefe de Gobierno: que hasta ahora, al ejercer de manera tan sublime de hijo espiritual de Mitterrand, aún no se sabe ciertamente quién es; "ahora lo que hace falta es que empiece a ser él mismo y que se descubra por fin".
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