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Chiitas vuelan la Embajada libia en Beirut para evitar la visita de un ministro de Trípoli

Un grupo extremista chiita voló en la madrugada de ayer la oficina de la Hermandad Libia (Embajada), situada en el sector occidental en Beirut, para tratar de disuadir al ministro libio de Exteriores, Alí Abdesalam Turaiki, de que viajase a Líbano, tal y como tenía previsto.

Eran las 4.30, y faltaba aún media hora para que amaneciese, cuando siete hombres enmascarados que viajaban en dos automóviles irrumpieron en el recinto del edificio diplomático y maniataron a tres guardianes libios y a dos soldados libaneses, a los qué algunos miembros del comando condujeron a medio kilómetro de distancia mientras les explicaban que no querían "hacer daño a nadie, sino solamente golpear los intereses del régimen del coronel Muamar el Gadafi".Los intereses del jefe de la revolución libia quedaron golpeados cuando minutos después estalló una car ga de unos 25 kilos de explosivos colocada por los asaltantes en el ascensor del edificio, cuatro de cuyos pisos fueron completamente destruidos al tiempo que los muebles salían expulsados por las ventanas.

Sin Regar a tener la potencia de la explosión que en octubre pasado redujo a escombros dos acuartelamientos militares -uno francés y otro norteamericano- de la disuelta fuerza multinacional, la deflagración fue lo suficientemente fuerte para ser oída en todo Beirut y romper todos los cristales en un radio de 300 metros.

Como era de suponer, las célebres Brigadas del Imán Musa Sadr -que en las dos últimas semanas secuestraron y liberaron al embajador libio y a su encargado de negocios- se atribuyeron ayer la voladura. "Simple advertencia a las autoridades libias y libanesas contra la visita del ministro de Asuntos Exteriores libio a Beirut", manifestó el anónimo interlocutor.

Comisión sobre desaparecidos

Musa Sadr, líder espiritual de la comunidad chiita de Líbano y fundador del movimiento Amal, que hoy en día controla el sector occidental de la capital, desapareció junto con sus dos asesores en agosto de 1978, al término de un viaje a Libia, y desde entonces los chiitas libaneses reclaman insistentemente su liberación a Gadafi, que asegura ignorar cuál es su paradero.Aunque Amal ha renunciado a la violencia contra los intereses libios, su jefe, Nabih Berri, expresó ayer en el Consejo de Ministros su disconformidad con la visita de Turaiki -aplazada por algunas horas-, mientras uno de sus colaboradores, Hasan Hachem, afirmaba que "sólo debía ser acogido en Líbano si traía consigo a Sadr y a sus dos compañeros".

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El Consejo de Ministros decidió, por otra parte, crear una nueva comisión encargada de investigar con mayor eficacia las miles de desapariciones señaladas por unos padres que, del viernes al lunes pasados, bloquearon el tráfico en la ciudad para obtener la liberación de sus hijos, secuestrados por las diversas milicias durante la guerra civil. El Gobierno también pidió a los diferentes grupos la rápida puesta en libertad de todos los prisisoneros aún retenidos.

Con su acostumbrada franqueza, el líder de la comunidad drusa, Walid Jumblat, se dirigió a la Prensa, al término de la reunión ministerial, para reconocer que "algún día deberemos decir la verdad a la gente y zanjar este asunto. Acabo de recibir una lista de 1.400 nombres de cristianos desaparecidos durante la guerra de la montaña en el verano de 1983. Desgraciadamente, pienso que todas estas personas han sido ejecutadas", concluyó.

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