Corine Parpalaix
Reivindica el esperma congelado de su marido muerto, "el gran amor de mi vida", para quedarse embarazada por inseminación artificial
Un amante muerto prematuramante a causa del cáncer, el deseo común de haber tenido un hijo juntos, y la tentación de llegar a tenerlo gracias al esperma congelado que él dejó en previsión de esterilidad o quizás de fallecimiento, es una historia poco común pero no única. Simone, la muchacha de Rouen antecesora de Corine que, hace meses, ya dio que hablar por lo mismo, se echó para atrás al comprobar el cisco que se organizó porque quería tener un hijo de su amante muerto. Corine llevó el asunto al tribunal de Creteil (periferia parisiense) y, tras una primera vista, se espera que el día 11 de este mes se oriente en algún sentido la laguna jurídica dramatizada por su encarnizamiento. A toda costa quiere que el instituto oficial que mantiene congelado el esperma de su marido, Alain, le sea inseminado para alumbrar un hijo del que fue "el gran amor de mi vida", nos manifiesta Corine, tranquila, serena, apasionadamente.Hace 21 años Corine vino al mundo en un pueblo de Lorena, en Bievze, donde vivió hasta los seis años. Después se trasladó a París, donde cursó estudios comerciales hasta que a los 19 años decidió trabajar. Fue por entonces cuando conoció a Alain Parpalaix, que era inspector de policía y que trabajaba con su padre, brigadier.
Antes de conocer el amor-pasión, Corine, que ahora es contable en la Prefectura de Marsella, practicaba varios deportes. Era su ilusión, sobre todo, el tenis. Confiesa que la literatura no le va, ni el cine. Su mitología personal sólo ha conocido un héroe: Alain, el inspector de policía muerto de cáncer de testículos. Cuando su amor se declaró, en 1981, "vivimos un mes felices". Después, añade Corine, se declaró la enfermedad y "vivíamos a 100 kilómetros por hora".
¿Conocía Alain la gravedad de su mal? "Él sí; yo creo que lo sabía, pero yo nunca llegué a hacerme a la idea de que podía ser fatal".
Tras dos años de vida y de muerte, en diciembre pasado Alain fue internado y se le aconsejó depositar su esperma por si no salía de la operación. Así fue, pero días antes se casó con Corine. La boda es ella quien la describe: "Todo transcurrió en cosa de algunos minutos. Yo vestía traje de chaqueta azul marino. Alain firmó él mismo el registro y sus últimas palabras fueron: "Por fin, ya eres mi mujer". "Nunca habíamos hablado de la muerte, salvo cuando me dijo que, como fuere, quería darme un hijo".
Cuando un drama semejante acaece, las mujeres, y los hombres, intentan curarse olvidando, todo lo contrario de lo que Corine pretende. ¿Por qué? "Vivo algo único; éramos la pareja perfecta, era el gran amor, estábamos bien". ¿Y por qué no puede enamorarse de otro hombre, y por qué el tiempo no puede liberarla a usted? "Nada será igual; el tiempo no hace más que atenuar, pero no olvidaré nunca". Ahora Corine espera el veredicto del tribunal de Creteil para tener el hijo, "al que amaré por Alain y por mí". Después quiere hacerse inspector de policía, como Alain, y ya se prepara con vistas al concurso que debe aprobar.
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