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EDUCAClÓN

El Papa defiende solemnemente ante la curia la libertad de enseñanza

Juan Arias

El papa Juan Pablo II defendió ayer con gran calor en la basílica de San Pedro, ante el pleno de la Curia Romana, "la libertad que tienen los padres para elegir la escuela que quieran para sus hijos" sin que que ello les suponga sacrificios económicos extraordinarios.El papa Wojtyla quiso revestir esta defensa de la escuela católica y privada de una gran solemnidad. Para ello celebró el acto litúrgico -en el que ha pronunciado un discurso de casi 10.000 palabras ante la tumba de san Pedro, y se sirvió de seis folios para justificar el tema de reflexión que iba a proponer a cardenales, obispos y monseñores de la Curia Romana. También recordó a los nuncios apostólicos la "importante misión" que tienen en la propagación de este derecho en aquellos países en los que se encuentran representando al Vaticano.

El Papa comenzó con un gran elogio de las actividades de la Curia Romana. "Vosotros sois mis manos", les dijo, mientras les explicaba que había escogido para hablarles la tumba de san Pedro porque en ese lugar se realiza "la conjunción entre la Iglesia de los orígenes y la que se acerca ya al tercer milenio". Les recordó que él había recibido, como Papa, "el supremo mandato" de continuar la misión de san Pedro.

El Papa hizo una defensa apasionada de la libertad que se debe conceder a los padres para que eduquen a sus hijos en la escuela que quieran, y del deber que tienen los poderes civiles en cada país de asegurar la enseñanza religiosa aun en las escuelas públicas y no confesionales.

El Papa se dirigió de un modo particular a los obispos de Francia, España e Italia. Precisamente en este último país, tras la aprobación del nuevo concordato se está discutiendo estos días sobre el concreto pero espinoso tema de la financiación de las escuelas públicas. En su discurso el Papa repitió hasta tres y cuatro veces, y con iguales palabras, el mismo concepto de fondo: "Los Estados tienen el deber de asegurar con ayudas económicas que las familias puedan llevar a sus hijos a los colegios católicos. Las familias tienen el derecho de exigirlo. Los obispos tienen la obligación de defender estos derechos y deberes sin pararse ante nada y ante nadie, hasta el martirio".

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