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La dirección del PC italiano se reúne el lunes para elegir al nuevo secretario general

Juan Arias

La maquinaria política de Italia se puso ayer nuevamente en marcha tras la tregua provocada por la muerte del secretario general del Partido Comunista Italiano (PCI), Enrico Berlinguer. La atención vuelve a volcarse en dos temas: la sucesión del desaparecido dirigente y la incógnita de las elecciones para el Parlamento Europeo del próximo domingo. Con relación a la primera cuestión, el lunes se reunirá la dirección del PCI para proponer el nuevo secretario general.

Tras los funerales de Berlinguer, cuando la increíble ola de emoción se ha calmado y el psicodrama nacional ha sido asimilado o removido y Enrico Berlinguer descansa en la sencilla tumba familiar de Prima Porta, la número siete, nicho 12, sin más inscripción que "Berlinguer", escrito con flores de begonia, la pregunta que a nivel político se hacen todos es una sola: ¿Y ahora, qué?Después de la tregua del miércoles, la máquina de las elecciones ha vuelto a moverse con su dura dialéctica en una campaña electoral que la muerte de Berlinguer ha agravado y cargado de incógnitas. ¿Habrá sorpresas en los resultados? ¿Y si el partido comunista se despertara el lunes próximo como el primer partido de Italia? Los observadores menos apasionados aseguran que no será así, porque el italiano en materia de voto político es muy maduro y estable y sabe defenderse de las emociones momentáneas. Pero las otras fuerzas políticas, por si acaso, se han preparado ya para la posible sorpresa, mientras el partido comunista ha anunciado que el lunes se reunirá la dirección del partido para proponer el nombre del sucesor de Berlinguer, que deberá ratificar el comité central y la comisión central de control, que se reunirán inmediatamente después.

La Democracia Cristiana ha lanzado ya una señal de alarma. Su secretario nacional, Ciriaco de Mita, afirmó ayer en la televisión que si el partido comunista superara en votos a su partido, "cambiaría en Italia el cuadro político", a pesar de que se trata sólo de elecciones europeas.

Por su parte, el Partido Socialista Italiano (PSI) se ha adelantado a decir que no está dispuesto a dejar la presidencia del Gobierno, por lo menos en tres años, y ha advertido que si alguien piensa en una simple crisis del Gabinete para arrebatarle la presidencia del Consejo de Ministros, puede ir perdiendo sus ilusiones porque o no habrá crisis o "habrá nuevas elecciones".

Otro problema para el PSI será la sustitución de Berlinguer en el PCI. Si el nuevo secretario general quiere acelerar la política de la alternativa de izquierdas y está dispuesto a un diálogo más abierto con los socialistas, ¿qué hará Craxi? ¿Abandonará su alianza con la Democracia Cristiana y con los pequeños partidos laicos? Y si no lo hace, ¿no existe el peligro de que el partido comunista pueda volver a aumentar su fuerza electoral gracias a su dura oposición?

Pero si el partido socialista acepta pactar con el partido comunista, abriéndole, por ejemplo, la puertas del Gobierno, ¿no acabaría siendo absorbido por el hermano mayor, el PCI, que en estos días ha demostrado, a pesar de su reciente crisis interna poseer una fuerza en la base que no pueden ni soñar otros partidos?

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