José Manuel Garrido,
director general de Música y Teatro, del Ministerio de Cultura, está absolutamente indígnado por las numerosas llamadas que recibe en el número de teléfono personal y supersecreto de su despacho por personas que preguntan por Pichuli o Malú y se interesan por el precio de una noche. Claro que no es el único de los nuevos inquilinos de la Casa de las Siete Chimeneas al que le han tomado el número cambiado. Ignacio Quintana, director general de la Juventud, se ve constantemente interrumpido por consultas sobre los costes de viajes diversos y semanas en Canarias, mientras que Manuel Fernández Miranda está a punto de dejar la Dirección General de Bellas Artes y dedicarse a depilar señoras, ya que éstas no dejan de hacer sonar su teléfono pidiendo hora en la peluquería. Si no fuera porque nadie ha llamado al ministro, Javier Solana, para hacerle el pedido del supermercado, los altos cargos estarían dispuestos a pensar que se trata de una ocurrente broma del presidente de la Telefónica, Luis Solana, a su hermano Javier.
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