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Las primeras elecciones de Mubarak / y 3

La alianza del laico Neo Wafd con los Hermanos Musulmanes reaviva el temor al integrismo islámico

ENVIADO ESPECIALUna funcionaria del Estado, cuyo nombre no fue revelado por la Prensa egipcia, descubrió al cabo de varios años de matrimonio que su marido, ingeniero de profesión, se había casado con otra mujer sin su consentimiento, e inmediatamente solicitó el divorcio, que, esperaba obtener rápidamente, con tanta mayor razón cuanto el artículo sexto de la Ramada ley del Estatuto Personal prevé expresamente su caso.

Cuál no fue su sorpresa cuando el tribunal, presidido por el magistrado Gad el Metauli Alí, denegó su petición porque, argumentó en su sentencia, la ley invocada contradice el artículo segundo de la Constitución, que considera a la ley islámica (Sharía) como la principal fuente del derecho' egipcio. "En contra de lo estipulado por la nueva ley del Estatuto Personal", recalca la sentencia, publicada por el influyente diario Al Ahram, "el hombre tiene el privilegio de casarse con una segunda esposa con o sin el consentimiento de la primera". "La ley islámica ha sido formulada con una sabiduría que sólo Dios posee", concluyó el tribunal, "y por este motivo no se puede afirmar que haya sido causado a la primera mujer perjuicio alguno que pueda justificar el divorcio".

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Tras el rechazo de su demanda, a la funcionaria sólo le queda ahora esperar que el alto tribunal constitucional se pronuncie, a principios de junio, sobre la constitucionalidad del artículo sexto del Estatuto Personal, porque una decisión favorable de la más alta instancia jurídica reconociendo la validez de la ley le permitiría replantear su solicitud de divorcio.

Este caso, ampliamente relatado y comentado por los diarios cairotas, no es más que una ilustración entre muchas del auge del integrismo islámico en la sociedad egipcia. Hace tan sólo unos años, un veredicto similar hubiese sido inimaginable, como también hubiese sido difícil de creer que tan alto porcentaje de mujeres volviese a llevar el velo islámico; que otras muchas se bañen en las playas de Alejandría no ya con bañadores púdicos, sino en camisón o con pantalones vaqueros, y que los viernes las mezquitas estén tan concurridas que sea a veces necesario cerrar la calle al tráfico y colocar esterillas en la calzada para que los fieles puedan rezar.

La marea islámica parece imparable. Tras la instauración, en septiembre, de la Sharia en Sudán, numerosas personalidades egipcias, encabezadas por el prestigioso jeque de Al Azhar, han exigido que se acelere su aplicación en Egipto.

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Como en todos los países musulmanes, la necesidad de encontrar un sistema ideológico absoluto y propio de referencia tras los fracasos de las experiencias importadas de Occidente y de los países del Este explica en gran parte esta nueva vitalidad del movimiento islámico. Pero en el caso egipcio, dos factores particulares han contribuido a esta reactivación: la regeneración de la Iglesia copta (cristiana) en los años setenta, que ha suscitado la envidia de muchos musulmanes, y sobre todo el ejemplo dado por el fallecido jefe de Estado Anuar el Sadat, el presidente piadoso, que en 1980 organizó un referéndum para enmendar la Constitución incluyendo a la Sharia como la principal fuente de la ley.

La ley electoral prohíbe, sin embargo, la participación en los comicios de los partidos de carácter religioso, y para presentarse a las elecciones, la Hermandad de los Hermanos Musulmanes, ilegalizada hace 30 años tras un atentado fallido contra el presidente Gamal Abdel Nasser, ha concluido un acuerdo secreto con la principal formación de la oposición, el Nea Wafd, que le cede 16 puestos en sus listas electorales a cambio de los sufragios de sus seguidores.

Esta insólita asociación electoral ha provocado la ira de la Prensa gubernamental y un serio malestar en las filas del Neo Wafd, partido tradicionalmente laico y que cuenta además con un alto porcentaje de, dirigentes coptos. Algunos, como Farag Fuda, se han apartado de sus filas porque creen que el acuerdo concluido entre Fuad Seraguedin, jefe del Neo Wafd, y Omar Telmessani, líder de los Hermanos Musulmanes, va más allá de una simple coalición electoralista y permitirá a los elementos islámicos infiltrarse en el partido, para poder así "ofrecer a Egipto la opción entre Líbano (la guerra civil) e Irán (la teocracia sanguinaria)".

Temor al éxito

El peligro de un relativo éxito electoral de la alianza ha sido tomado lo suficientemente en serio para que el propio jefe del Estado abandone momentáneamente su aparente neutralidad para, en su discurso pronunciado con motivo del Primero de Mayo, atacar al principal partido de la oposición, acusándole de «querer con su alianza hacer retroceder la rueda de la historia" y reprochándole sus críticas de la reforma agraria, "que ha convertido en un rey a cada campesino".

La virulencia de las críticas dirigidas contra el Neo Wafd contrata con la favorable acogida que ha recibido la alianza entre numerosos intelectuales musulmanes creyentes, para los que la unión del laico Wafd con los integristas es un "buen ejemplo de unidad nacional".

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