Preparación biológica y deporte de elite

Cada vez que algún equipo de fútbol, un ciclista, un atleta o cualquier otro protagonista del deporte de elite consigue un gran triunfo, se pueden leer comentarios sobre la preparación llevada a cabo para haber alcanzado el éxito. Y cada vez, con más frecuencia, se incluyen, entre los aportes al estado de óptima condición física que se supone hace falta para ganar, ciertos métodos de preparación biológica, nunca bien explicados, nunca bien justificados, como algo necesario pero, intencionadamente, misterioso a la vez. Quizá se debe a que una gran parte de los deportistas realmente ni conocen ni entienden bien esa parte de su preparación. Solamente la usan porque así se la recomiendan.Recientemente, el Athlétic de Bilbao ha ganado la Liga de fútbol, y entre los muchos elogios a su planificación se han añadido algunos comentarios a cierta preparación científico-médica complementaria, que quedan un poco difuminados. Se mencionan la toma de carnitina, de suplementos vitamínicos y de fluidos con iones, entre otras cosas. Pero todo ello se justifica de forma muy superficial.

Tras los últimos Campeonatos de Europa de Atletismo en pista cubierta, con el éxito de los atletas checos, se hicieron comentarios

que rayaban en la ficción científica y la truculencia. Atletas intubados y alimentados con sueros y pastillas milagrosas cuyo secreto guardaban algunos privilegiados, fluidos de valor energético para el músculo lindando en lo explosivo, aminoácidos nunca vistos...

Poco antes de comenzar la Vuelta Ciclista a España, a Julián Gorospe le amonestaba su federación, con amenaza de posterior descalificación si reincidía, como consecuencia del resultado positivo de sus análisis de orina tras una etapa de la Vuelta a Euskadi. Le habían detectado restos de anabolizantes, y su sorprendido comentario fue: "Me limité a tomar los preparados que los consejeros médicos del equipo nos daban, y cuya composición desconozco".

Creo que son tres ejemplos, de los muchos posibles en deportes de gran popularidad, en los que la competencia en la disputa por los triunfos parece exigir nuevos métodos cada vez más sofisticados. Pero ¿es lícito, en primer lugar, ocultar al propio deportista, y más si éste es su medio de vida; todos los aditamentos y componentes de unos teóricos reconstituyentes, fármacos o productos, aunque se le den con la intención de mejorar su rendimiento? ¿No sería mucho más noble explicarles claramente qué se les da y por qué y qué consecuencias positivas o no tanto puede tener para su organismo? Y, por supuesto, si están prohibidas.

En la preparación de un deportista de elite intervienen muchos factores, y uno de los más importantes es el cuidado del propio organismo. Hay que entrenar tanto física como técnicamente, llevar a cabo preparación psicológica y aprendizaje de

cómo competir para ganar, pero también hay que saber alimentarse adecuadamente para obtenerla energía necesaria. Así, el organismo podrá responder a los esfuerzos a los que se le somete, y además no se llenará de subproductos innecesarios o incluso perjudiciales. También hay que saber descansar pirra recuperarse de las competiciones. Se suele decir, y con razón, que la sesión más importante de la preparación de un deportista es a veces, la de descanso, incluyendo en este concepto el descanso activo. Y también se sabe, aunque se olvida, que una preparación magnífica puede echarse por la borda por una comida no adecuada de precompetición, por una digestión tardía o por una diarrea inoportuna

Una parte complementaria de los entrenamientos la debe constituir el enseñar al deportista de elite a comer. Que conozca el valor calórico y nutritivo de los alimentos y la importancia real que tienen para su rendimiento físico. Que sepa que se trata de comer con la abundancia que requiera el gasto energético, pero buscando al máximo la facilidad de digerir, la variación y el equilibrio en sus ingredientes (más carbohidratos que grasas, y de éstas que proteínas). Cuidar la hidratación de su organismo, sometido a gran eliminación de líquido por el sudor, pero sin obsesionarse por las posibles pérdidas de sales minerales, pues con beber mucha agua y tomar vegetales y frutas con amplitud tiene asegurada su reposición, a la vez que el aporte vitamínico necesario.

Y que tengan bien claro que la carnitina se sintetiza en el propio organismo en cantidad suficiente para el transporte de los ácidos grasos que se utilizan como fuente energética y que, por tanto, no hace falta ingerirla como complemento dietario.

Preparación biológica, sí; pero lo más natural que se pueda. Los milagros deportivos no existen, aunque haya muchos profetas que pretendan propagarlos.