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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Director o dirigente

Hace tres años, Andrejz Wajda ganó el prestigioso premio de la Crítica del Festival de San Sebastián con la película El director de orquesta, que hoy emite la televisión. Esta traducción española del título polaco, Dyrygent, es literal, pero en ella se rompe la sutil ambivalencia, a mi juicio esencial, del título de origen en relación con el contenido del filme, porque la palabra polaca dyrygent enuncia indistintamente a director en sentido musical y a dirigente en sentido político. Y en esta ambivalencia radica una buena parte de la fuerza referencial y alegórica, así como el fondo subversivo, -de esta excelente película de Wajda.El director de orquesta fue realizada en 1980, en plena lucha de los polacos por sus libertades democráticas. Es, pues, y como tal debe ser hoy contemplada, un filme de combate, en el que cada secuencia y cada signo poseen un doble valor: por un lado, es parte de una ficción y por otro parte de una realidad dialécticamente conectada con esa ficción. La ficción nos habla de las figuras de dos directores de orquesta, de dos estilos de concebir e interpretar la música, de dos formas de ejecutar una pieza sinfónica de Beethoven, de dos caracteres humanos inconciliables. Detrás de estos personajes hay dos realidades existenciales y políticas en pugna, partes no de la ficción argumental sino de la sociedad a que van dirigidas, que es la Polonia escindida y en lucha contra la burocracia neoestalinista.

Y así las dos opciones de la ficción se hacen dos opciones históricas: la libertad, por un lado, y el sometimiento, por otro; la creatividad y la domesticidad; el espíritu indomable y la informe psicología domada; el rebelde y el déspota.

Un filme bello y comprometido

Todo está expuesto en El director de orquesta a través de austeras y magistrales escenas, que discurren casi documentalmente sobre los ensayos de la Quinta Sinfonía de Ludwig van Beethoven, que en manos del director-creador -interpretado por el gran John Gielgudes un poema de vida, y en manos del director-burócrata -interpretado por -Andrejz Sweryng- es sólo la lectura de un expediente de esclavitud.Un bello filme, muy comprometido políticamente y realizado por Andrezj Wajda con consumado oficio. El actor británico John Gielgud alcanza en su trabajo alturas eminentes. Sweryng le da al maestro una sombría y competente réplica.

Y en medio de ambos, Krystyna Janda, la gran actriz polaca, hace una creación que cierra con broche de oro este difícil filme, que argumentalmente es triangular y políticamente una línea recta. El cine político de la izquierda está desde hace tiempo perdido en laberintos ideológicos. Wajda, con sus maneras cinematográficas transparentes y de clásico tal vez rezagado en tiempo y estilo, le ha dado con este filme un nuevo impulso, descargándolo de ideología e impregnándolo de amargura ética, muy próxima en su caso a la confesión personal.

En efecto, como consecuencia de este filme y del siguiente, El hombre de hierro, el cineasta Wajda tuvo que exiliarse de su país, abandonando en él la cómoda poltrona de dyrygent supremo del cine polaco. Su gesto y su dolor como hombre y como cineasta le honran, ya que llenan a esta su ficción cinematográfica de una energía moral que no es nada ficticia, porque su autor predicó con el ejemplo. He aquí, pues, un caso emotivo e infrecuente de identidad ética entre un fabulador y su fábula.

El director de orquesta se emite hoy a las 22.00 por la segunda cadena.

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