El túnel de la tragedia
La falta de recursos retrasó el rescate de los niños que murieron en el pueblo canario de Guía
Luis Vallejo, juez de instrucción de Santa María de Guía, ha ordenado la apertura de una investigación judicial "para dilucidar si ha existido responsabilidad alguna" en el plan de rescate de dos niños de 13 años de edad, primos hermanos, Juan José Díaz Díaz y Miguel Ángel Moreno, que fueron extraídos sin vida a las tres. de la madrugada del lunes pasado del interior de una tubería en desuso construida para conducir las aguas de un barranco, existente en Montaña Alta, barrio del municipio de Santa María de Guía, en el noroeste de la isla de Gran Canaria. Los cadáveres de las criaturas fueron evacuadas del interior de dicho tubo, de 82 metros de longitud, 14 horas después de que se introdujeran en su interior para recobrar un balón, con la firma del, jugador del Barcelona, Quin¡, que habían perdido el viernes día 11. Los vecinos del barrio y un grupo de espeleólogos muestran su disconformidad con el plan de salvamento.coordinado por la Guardia Civil y en el que también participaron efectivos de los bomberos, Cruz Roja y Policía Municipal.
Pedro Díaz García, de profesión excavador de pozos de agua desde hace 25 años, se había levantado el pasado día 13, como todos los domingos, a las siete de la mañana. Tomó café y se fue a trabajar la tierra. A esa hora, Montaña Alta barrio cumbrero situado a unos 13 kilómetros del centro del municipio de Santa María de Guía, era un remanso de calma.. No habían transcurrido cinco horas desde su madrugón cuando observó cierto movimiento en los alrededores de su casa. "Me dijeron que se habían bloqueado dos niños en el fondo de la tubería y lo primero que ex clamé, porque pensaba que era una broma, fue que de allí no los sacaba ni un hurón", señaló. La primera sospecha de que algo serio ocurría se la produjo el cura que pasó por delante de su casa, sin aliento, con dirección al barranco, situado a 600 metros escasos de su hogar, donde sé halla la boca de la tubería que absorbió a las dos criaturas.
500 niños esperan el polideportivo
Juan José Díaz Díaz y Miguel Ángel Moreno habían estado jugando aquel viernes, como el resto de los alumnos del colegio, entre las obras de un polideportivo que el ayuntamiento de Guía comenzó a construir hace cinco años y para el que aun se están removiendo tierras. Es el único lugar de expansión para los cerca de 500 niños en edad escolar que viven en el barrio desde que las canchas deportivas del colegio se utilizaron para habilitar aulas. Como cada viernes, la clase de gimnasia culminaba en un partido de fútbol colectivo. La pelota fue chutada a lo lejos y se introdujo por la fatídica tubería. Los maestros advirtieron a los niños que desistieran de recuperar el balón por el peligro que ello entrañaba. El afán de no perder el cuero con la firma de Quini estampada a imprenta, provocó que el sábado y domingo pasados varios niños intentaran el rescate de su tesoro.
"No lo pensé dos veces", relata Díaz García, "me até una cuerda y le pedí a otro vecino, Juan Santiago, que me ayudara a sacar a los niños". La alerta la habían dado, alrededor de las 12.30 de la mañana, otros cuatro niños -Pedro Santiago Almeida, Francisco Javier Rodríguez Santiago, José Juan Rodríguez Naranjo y Carmelo Moreno Díaz- que habían acompañado en la aventura a los fallecidos.
A partir de ese momento, los vecinos movilizaron al pueblo y solicitaron ayuda exterior. Mientras, Díaz García luchaba a pecho descubierto, reptando por el interior del tubo, con fe ciega, para llegar cuanto antes hasta los niños. "Me acerqué hasta 15 metros de ellos y los ví perfectamente. Les hablé, pero no me respondía. Estaban inconscientes y sólo emitían quejidos". Los cuerpos abrazados y en posición transversal, con sus cabezas hacia la boca de acceso, permanecían inmóviles a unos 15 metros del pocero. Uno de ellos tenía en su mano una linterna encendida y enfocaba hacia el techo.
Díaz García estaba agotado y tenía que salir al exterior. Había recorrido 40 metros, inhalando mucho monóxido de carbono, y superado algunos estrechamientos de la angosta galería, que sólo tie
El túnel de la tragedia
ne poco más de un metro de diámetro en determinados tramos. El pocero estaba convencido de que con las bombonas de oxígeno que utilizan en los numerosos pozos de la zona llegaría inmediatamente hasta los niños atándoselas a los pies para poder así desplazarse por el tubo. "Cuando esperaba las botellas de aire vi llegar a la Cruz Roja y a los bomberos y se me quitó un gran peso de encima. El alivio me duró poco porque me sorprendió que los bomberos trajeran un camión cisterna con 5.000 litros de agua para salvar a dos niños encerrados en una tubería. Pero lo peor fue que a partir de ese momento me prohibieron que realizara la segunda intentona que había previsto, una vez me facilitaron la respiración artificial", declara el mismo.
"Una película en la que todos daban órdenes"
En su opinión, el plan de rescate estuvo mal organizado y se tardó mucho en realizar los trabajos de salvamento. "Al principio me pareció bien que se quisera excavar para romper la tubería y eliminar los gases, pero aquello parecía una película en la que todo el mundo daba órdenes, la Guardia Civil, la Cruz Roja y los bomberos. Tuvo que venir un tractorista del pueblo, Bartolo, para que les indicara cómo había que trabajar. Entre tanto, los bomberos entraban y salían de la tubería, en tres ocasiones, pero a mí no me lo permitían porque decían que no era un profesional", agrega. Cuestiona, por otra parte, la actitud de tales bomberos para dicha misión, ya que el peso de los mismos (entre 80 y 100 kilos) no les permitía realizar el trabajo con facilidades de movimiento.
Desde la primera entrada a la tubería del citado vecino hasta la última, que se realizó a las tres de la madrugada del lunes día 14, se habían efectuado seis intentos por parte de los bomberos, la Guardia Civil y un grupo de espeleólogos, por este mismo orden. Habían transcurrido cerca de 14 horas y las operaciones de salvamento, coordinadas por el teniente coronel de la 812 comandancia de la Guardia Civil de Las Palmas, se habían centrado hasta última hora en la labor de cinco palas mecánicas que pretendían llegar a 13 metros de profundidad hasta el tubo, a la altura de donde se calculaba que se hallaban los niños, para evitar así recorrer la tubería por su interior.
Dicha tarea se había realizado, según los vecinos, con cierta desorientación, debido a que el testimonio de un pastor sobre el curso subterráneo de la tubería, construida hace algo más de un año, no fue de mucha ayuda y a que se tardó en localizar al aparejador del ayuntamiento que tenía en su Poder los planos de la misma. Dicho tubo había sido instalado para encauzar las aguas del barranco que fue rellenado para la creación del polideportivo. En la actualidad, la conducción estaba clausurada porque el drenaje del barranco se decidió, posteriormente, que fuera de superficie.
"Si nos hubieran dejado entrar la segunda vez, los niños estarían probablernente aun con vida, porque se perdió mucho tiempo excavando y, al final, a las tres de la madrugada del lunes, se hizo exactamente lo que nosotros habíamos propuesto a la una de la tarde del domingo, sólo que 13 después cuando nada había que hacer" manifestó Juan Santiago Melián, jornalero, el vecino que acompañó a Díaz García en la primera expedición dentro del tubo. "Los bomberos querían hacerlo todo ellos y no se decidían a llegar hasta los niños porque cogieron miedo. Decían que había fango y derrumbamientos en el interior, y eso no es verdad, porque la prueba está que cuando sacaron a los niños no hubo necesidad de lavarlos para enterrarlos", agregó.
Los dos espeleólogos, Enrique Caballero y Antonio Reyes, que tuvieron una participación decisiva en la evacuación de los cadáveres de los dos niños, se enteraron del suceso por la llamada de un amigo, a las 17.30 de la tarde, cuando habían transcurrido unas seis horas desde que se conoció el percance.
Los espeólogos se dirigieron en su automóvil particular hacia el lugar de los hechos y alrededor de las 7 de la tarde se disponían a entrar en la tubería, con un equipo de buceo de los bomberos que luego resultaría insuficiente. Se recabó, entonces, la colaboración del equipo subacuático de la Guardia Civil, y a las 10 de la noche realizaron el segundo acceso con el fin de obtener la topografía de la tubería. Dicho estudio demostró que la excavación que se hacía en el exterior resultaba inútil y que sería necesario invertir' otras 12 horas para llegar hasta la tubería desde la superficie. Fue entonces, a las tres de la madrugada del lunes, cuando los espeleólogos, junto con tres bomberos, un guardia civil y un miembro de la Cruz Roja, recorrieron 70 metros de tubería para rescatar los dos cuerpos sin vida de los niños, valiéndose de los equipos autónomos de aire comprimido del grupo de rescate de la Guardia Civil.
El pueblo, indignado por la lentitud del rescate
Reyes Martín, vicepresidente de la Federación Territorial Canaria de Espeleología, señala en una nota de prensa que los equipos de respiración artificial de los bomberos de Las Palmas "además de insuficientes, resultaron inadecuados y se encontraban prácticamente vacíos". Asimismo, indica que "durante la tarde y la noche del domingo al lunes no se nos permitió intentar extraer a los niños por donde, en último término, lo realizaríamos en colaboración con la Guardia Civil y bomberos". Asimismo, los espeleólogos lamentan la inexistencia de un teléfono oficial de guardia para casos tristes, como el que nos ocupa", que esté en servicio todas las horas del día.
La indignación en el pueblo es la nota predominante. Afirman que las medidas adoptadas pecaron de lentitud y descoordinación. "El teniente de la Guardia Civil que llegó a las dos de la tarde del domingo al lugar de los sucesos debía haber puesto inmediatamente el tema en conocimiento del Gobierno Civil. Si se hubiera enviado desde el primer momento gente especializada, quizá no se hubiera producido la desgracia", manifestó Pedro Santiago Castellano, padre de uno de los niños, Santiago Almeida, que logró salvar su vida. La noticia del suceso fue comunicada, desde el ayuntamiento de Guía, al gobierno civil a las 17.30 de la tarde, cerca de seis horas -después de darse la alarma. Su titular no acudió al lugar de los hechos. Fuentes de la secretaría particular del gobierno civil indicaron a EL PAIS que "es posible que haya existido demora en el plan de evacuación de los niños".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.