La caída del consumo privado y las dificultades de financiación amenazan al comercio
Una de las principales causas que, han originado la suspensión de pagos de Coeba y de Sepu, la misma que amenaza a otras empresas del sector no preparadas para hacer frente a la coyuntura, según medios informados, ha sido la fuerte desaceleración observada por el consumo privado durante lo que va de año, acusada sobre todo en los productos menos flexibles a la erosión del poder adquisitivo. Expertos del sector privado y medios no oficiales de la Administración esgrimen los indicadores conocidos hasta ahora para afirmar que 1984 puede resultar uno de los pocos ejercicios en que descienda dicho consumo en términos reales.La caída del consumo, vaticinada por los expertos a partir del pasado verano, con motivo de la subida de retenciones fiscales y de la fuerza que volvían a mostrarlos precios, acaba de ser confirmada con cierto retraso por el Indicador Compuesto del Consumo, que elabora la Dirección General de Previsión y Coyuntura. Desde 1980, este ha sufrido altibajos, pero detuvo su crecimiento al terminar el año, durante el cual se estima que el privado aumentó en torno a un punto en términos reales y el público casi cuatro.
Pero lo ocurrido en los primeros meses del año hace pensar a los observadores de la coyuntura que no podrá alcanzarse tampoco el 0,5% de aumento del consumó prívado previsto por el Gobierno. Por un lado, y sin contar impuestos, la reducción del poder adquísitivo se aproximará a los cuatro puntos, pues la subida media anual de los precios no quedará por debajo del 10,5% si se cumple el objetivo de bajar la inflación del 12,2% al 8%, mientras los salarios se elevarán en torno al 8%. Por otro, la parte del margen que puede cubrir la subida de prestaciones sociales (sobre todo, pensiones y subsidios de paro) será aminorada por los ingresos que restará a las familias el previsible descenso del empleo (el Gobierno esperaba que ya creciera en 1984).
De momento, la desaceleración del consumo se ha centrado en los bienes de los cuales el público prescinde en primer lugar ante la caída de su poder adquisitivo. Si no ha sido registrada ya por los indicadores oficiales, según medios privados, es por el desierto que atraviesa la estadística: la Encuesta Permanente del Consumo va por el segundo trimestre de 1983 y el último índice de ventas en grandes almacenes que elabora el Instituto Nacional de Estadística (uno de los cinco utilizados es Sepu) se ha quedado en enero de 1984.
Descenso del poder adquisitivo
Sin embargo, las grandes empresas se intercambian confidencialmente algunos datos que les permiten su programación de estrategias. He aquí algunos de ellos:- La matriculación de automóviles -uno de los indicadores más fiables, utilizado por todos los coyunturalistas- ha descendido un 5% en los cuatro primeros meses de 1984 respecto a igual período del año anterior, según la Dirección General de Tráfico.
- Los hiper y grandes almacenes calculan que en enero-marzo sus ventas reales han disminuido un 2,4% y prevén terminar el año con caída del 2%, excluidas las de alimentación, de acuerdo con un sondeo efectuado por Galerías Preciados.
- El sector alimentario, que representa un 33% del consumo, se muestra estancado, con mejorías de los productos de poco valor añadido (sopas deshidratadas, quesos, etcétera) y pérdidas de otros como cafés solubles y chocolates, según Nestlé.
- En textiles, auscultados por la empresa La Seda, el consumo industrial de fibras químicas ha crecido un 5% y se espera mantener la mejora hasta el verano, quizá porque sustituye a otras más caras.
En este contexto, donde sólo las exportaciones parecen mantener el aumento de producción, los competidores del pequeño comercio, en muchos casos escasamente capitalizados, acostumbraban a financiarse vendiendo los productos antes de pagarlos a sus proveedores, generalmente a 90 días. El sistema ha funcionado y funciona en otras actividades, siempre y cuando los proveedores puedan o prefieran el vender a plazo que el no vender. Pero cuando el dinero resulta inaccesible, y sobre todo cuando no crecen e incluso bajan las ventas, surgen los problemas o se acentúan los ya existentes, como ha ocurrido en Coeba y Sepu.
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