Grupos de teatro de cuatro países convierten calles, estaciones de ferrocarril y antiguos mercados en un enorme escenario
Un total de 27 grupos, 23 de ellos nacionales y cuatro extranjeros, han convertido Madrid desde el pasado día 12 en un gran escenario cuyas bambalinas o cuyo proscenio pueden ser las ramas de los árboles del parque del Retiro o el irregular empedrado de la plaza Mayor. La oferta de espectáculos, de cinco a siete diarios, permite al público elegir entre una amplia variedad. Variedad que, dentro del cante flamenco, pudieron también tener los 6.5% aficionados al género que asistieron anoche al festival flamenco del Palacio de los Deportes en el que actuaron, entre otros, José Mercé, Enrique Melchor, María Vargas, Tomatito, El Lebrijano, Paco Cepero y Camarón.
Al igual que ocurriera los tres últimos años, los miembros del Teatro de Títeres La Tartana se han ocupado de la organización de este IV Encuentro Internacional de Teatro en la Calle. El objetivo perseguido, con un presupuesto de 8.700.000 pesetas, "ha sido traer al máximo de grupos nacionales que, por sus espectáculos, no han tenido hasta ahora oportunidad de intervenir en encuentros internacionales", manifestó Carlos Marque ríe, director de La Tartana.Cuatro grupos catalanes, tres valencianos, dos vascos, diez grupos madrileños, tres andaluces y un asturiano componen el total de compañías nacionales que se presentan, a las que se unen dos italianas, una francesa y una polaca. A la vista de los resultados conseguidos hasta ahora, parece que hay público para éstas y más actuaciones, aunque haya que soportar frío y lluvia.
El festival ha supuesto la recuperación para Madrid del antiguo mercado central de pescados de la Puerta de Toledo. Las dos salas acondicionadas mínimamente en el antiguo mercado y la sala San Pol se han convertido en escenarios apropiados para las obras que requieren locales cerrados o espacios escénicos especiales.
Entre estas últimas se encuentra Accions, del grupo La Fura dels Baus, que se presentó ante el público madrileño los pasados lunes y martes. En la sala superior del mercado de pescados, bajo los letreros de antiguos mayoristas, las seis escenas que representaron los actores suscitaron en el público un grado de excitación dificil de describir. Música electrónica, ruidos, gritos y pirotecnia sirvieton para que los intérpretes, cubiertos algunos de ellos de barro y pintura, realizaran un espectáculo que culminó con el desguace de un automóvil con un hacha.
Mucha variedad
Una nueva forma de teatro que utiliza transformaciones plásticas "para buscar un contacto con el público no por el intelecto, sino por el estómago", dice un miembro del grupo, que reconoce que el público sale muy excitado y que hay que tener un médico durante la representación por si hay desmayos.El público ha podido contemplar también los recorridos musicales que hacen los zancudos y gigantes del grupo asturiano Teatro Margen o la interpretación de los vascos de Bekereke sobre la vida cotidiana de una ciudad vista por un grupo de marginados.
La Alemania del período de en treguerras, con textos de Bertold Brecht, es la base de la obra del grupo de teatro Potlach. El problema de los idiomas utilizados en la obra, italiano y alemán, con explicaciones del argumento intercaladas en castellano, no pareció importar a las 200 personas que asistieron a la representación, después de abonar 100 pesetas en taquilla.
"Cobramos en los espacios cerrados con objeto de que acuda un público interesado" explica Andrés Hernández, miembro del grupo La Tartana.
Al amparo de la estación de las Delicias, el pasado martes, Luigi Gombriowerich, cuyo nombre verdadero es Luis Santamaría, atrajo a un público numeroso con su Stravinski: sinfonía para un caballero andante. Niños y adultos vivieron, con un fondo musical de Alan Parson y los Rolling Stones, la locura y hasta la pelea de don Quijote con los molinos.
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