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Conflictividad laboral en Europa

Sin acuerdo en la minería británica, tras 10 semanas de conflicto

Soledad Gallego-Díaz

La huelga de los mineros británicos ha entrado en su décima semana sin que se vislumbre ninguna posibilidad de acuerdo. El presidente del Sindicato Nacional, Arthur Scargill, representante del ala más radical del movimiento sindical, ha asegurado que están dispuestos a resistir "hasta Navidad si hace falta". La patronal, por su parte, afirma que la miniproducción de carbón actual garantiza el suministro a los centros industriales más sensibles y que el plan de reestructuración del sector no puede ser negociado.La tensión de 10 semanas de huelga y los enfrentamientos entre mineros partidarios de volver al trabajo y los que quieren continuar el paro, han aumentado los niveles de violencia. Quince trabajadores fueron detenidos ayer en la zona de Nottinhanishire y el jefe de policía de la región ha hecho un llamamiento para que los piquetes actúen pacíficamente.

Scargill ha desarrollado en la última semana una gran actividad personal visitando los pozos más reacios a seguir la huelga. En un reciente mitin reunió a más de 20.000 mineros que le vitorearon durante dos horas. Los huelguistas cuentan con una buena organización y con fondos de ayuda proporcionados tanto por su propio sindicato como por otras ramas delas Trades Union.

Presión al Gobierno

Sin embargo, las declaraciones de Scargill en el sentido de que la huelga de mineros "hará caer al Gobierno conservador" han provocado más rechazo que simpatía. Primero, porque nadie cree que vaya a ocurrir algo así, y segundo porque da ocasión a los sindicatos moderados, como la Unión de Trabajadores de Telecomunicaciones y Eléctricas, a replicar que se está utilizando a los sindicatos con fines estrictamente políticos.Formalmente, no existe ningún contacto entre la patronal y el sindicato nacional. Algunas fuentes estiman, sin embargo, que en los próximos días podrían entablarse conversaciones secretas, aunque Scargill se ha venido negando hasta ahora de forma tajante.

Curiosamente, el Gobierno conservador ha logrado matenerse razonablemente al margen del conflicto. Excepción hecha del envío masivo de policíaspara proteger a los mineros que desean trabajar, Margaret Thatcher no ha adoptado ninguna decisión que pudiera ser interpretada como una agresión por parte de los mineros. La primera ministra ha conseguido que la discusión se mantenga a nivel de sindicato y patronal, aunque nadie ignora que Thatcher es una gran admiradora del presidente de la patronal, lan Macgregor. Thatcher quiere evitar que la huelga se convierta en una prueba de fuerza para su Gobierno.

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