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Ciclismo

Colas de dos kilómetros para despedir a Joaquim Agostinho

Portugal brindó ayer un último homenaje al "mayor ciclista portugués de siempre", y el funeral de Joaquim Agostinho se desarrolló en medio de impresionantes manifestaciones de duelo popular. Hombres y mujeres guardaban kilómetros de cola para ver por última vez a Agostinho. En muchos casos, los adultos llevaban niños en sus brazos.El féretro abierto del veterano ciclista permaneció en la cámara ardiente, en la basílica de la Estrella, de Lisboa, desde el fin de la tarde del jueves hasta el mediodía de ayer, y miles de personas, incluyendo al primer ministro, Mario Soares, y varios miembros del Gobierno, desfilaron delante de los restos mortales de Agostinho. También se trasladó a la basílica el presidente de la República, el general Antonio Ramalho Eanes. El Gobierno portugués distinguió al deportista, a título póstumo, con la más alta condecoración deportiva del país.

La policía tuvo que intervenir en vanas ocasiones en auxilio de personas que se desmayaban ante la larga espera por ver el cadáver del ciclista. Entre los primeros visitantes hay que destacar la presencia de sus compañeros de profesión Luis Ocaña y Eddy Merckx, que llegaron a Lisboa el mismo jueves por la tarde.

La imagen un tanto insólita del atleta en esmoquin y pajarita, en un lujoso féretro forrado de seda blanca y rodeado de una verdadera montaña de flores, ocupaba ayer las primeras páginas de todos los diarios portugueses.

Al principio de la tarde, el coche funerario que transportaba a Agostinho hacia su pueblo natal de Brejenjas, en el distrito de Torres Vedras, a unos 100 kilómetros de Lisboa, paró unos minutos en el estadio de Alvalade, en Lisboa, donde el ciclista recibió el homenaje de sus compañeros del Spórting Club de Lisboa.

Cierro de los comercios

En la zona de Torres Vedras, donde Agostinho era universal mente conocido y admirado, prácticamente toda la población estaba en las calles y al borde de la carretera para ver pasar la caravana fúnebre. Al entierro, en el pequeño cementerio de Brejenjas, asistieron miles de personas: dirigentes del Spórting y delegaciones de emigrantes llegadas especialmente en avión a Lisboa desde Francia, pero también desde Venezuela, Canadá, Brasil y Estados Unidos.Las escuelas, el comercio, las empresas y los servicios oficiales cerraron por la tarde en todo el distrito de Torres Vedras.

Muchas gentes humildes del campo, que habían hecho de Agostinho su ídolo y un símbolo del triunfo sobre las dificultades de la vida, lloraban con el mismo sentimiento que los familiares del ciclista muerto. En las conversaciones era perceptible, mezclado con la tristeza, un sentimiento de indignación y revuelta por las circunstancias que rodearon la muerte de Agostinho.

La muerte no ha apagado el eco de las muchas preguntas que que daron en el aire acerca de la asistencia dada a Agostinho después de su accidente el 30 de abril, cuestionada por las más altas autoridades médicas de Portugal.

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