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El teléfono ha reemplazado a la carta como instrumento de comunicación personal, excepto en las áreas rurales

"Lamento la extensa carta, no tuve tiempo de escribir una más breve". Esta frase, atribuida al filósofo Blas Pascal en pleno auge del género epistolar, no refleja precisamente la tendencia registrada en los últimos años en Europa y en España, que señala la caída en picado de la comunicación a través de las cartas personales, salvo en las áreas rurales, pese a su mayor índice de analfabetismo. Al margen de otros motivos, lo cierto es que el teléfono y las tecnologías que pueden hallarse en las llamadas "oficinas integradas de comunicaciones" están mermando claramente la comunicación personal escrita. Según estimaciones globales, cada español no escribe ni siquiera una carta cada 15 días, media muy superada por las llamadas telefónicas.

La Dirección General de Correos y Telecomunicación registra aproximadamente 5.200 millones de objetos postales al año, de los que cerca del 19% son cartas personales. El pasado mes de febrero pasaron por Correos 9.638.000 tarjetas postales y casi 200 millones y medio de cartas de tipo personal. En el organismo encargado de tramitar los. mensajes escritos entre los españoles dicen que disminuye el tráfico de cartas personales (una carta personal es para Correos la que no lleva membrete oficial, comercial o profesional, es decir: sólo nombre, apellido y dirección), aunque aumenta el tráfico de paquetes postales.A la hora de buscar explicaciones a este fenómeno, muchos, entre ellos Ramón Soler, director general de Correos, aseguran que la principal causa de la disminución del tráfico de cartas personales es la aparición y la utilización masiva del teléfono como medio alternativo de comunicación, que posee la ventaja de la velocidad y la inmediatez. "La caída de la carta personal en los países avanzados", explica Soler, "comenzó después de la Segunda Guerra Mundial con la difusión del servicio telefónico. Posteriormente aparecieron otros medios alternativos que también han incidido en este fenómeno".

Valor creativo de la carta

El director general de Correos estima, no obstante, que en los países desarrollados el olvido de la carta personal ha tocado fondo y ya se ha registrado desde 1981 una ligera recuperación. "Quizá se aprecian de nuevo ciertos valores que tiene la carta en relación con otros medios. Especialmente la permanencia en el tiempo y la creatividad, porque la carta sigue siendo un medio mucho más creativo que una conversación telefónica".El alejamiento del fenómeno de la carta personal va unido también a determinadas pautas organizativas de la sociedad industrial. Ha disminuido mucho más la carta personal urbana que la interurbana y la internacional.

Según fuentes de Correos, se escriben muchas menos cartas personales en las grandes ciudades que en los pueblos o zonas rurales, a pesar de que en estas últimas áreas existe un mayor índice de analfabetismo. Nuevamente el teléfono o, mejor, la falta de teléfono en estas zonas determina el volumen de cartas personales. "En la medida que avance la telefonía rural", dice Soler, "volverá a disminuir el tráfico de cartas personales".

En la negativa a escribir cartas intervienen también, además de los factores personales de vagancia/comodidad y otros, los puramente económicos y prácticos, porque cuando hay que comunicarse con una persona se desea tener la certeza de que el mensaje va a ir a parar efectivamente al destinatario y que va a llegar, si no lo antes posible, por lo menos a tiempo. Una crítica frecuente a Correos no es sólo la de los precios, sino también la de que tarda en servir las cartas. Este problema se agrava todavía más los fines se semana, ya que Correos se paraliza casi totalmente, a efectos de reparto y distribución, de sábado a martes.

La carta interurbana tarda en llegar a su destinatario tres o cuatro días, si no encuentra de por medio uno de los atascos de los fines de semana, lo cual es un plazo normal para el director general de Correos. Ramón Soler también considera asequibles -"los más bajos de Europa, junto a Portugal"- los precios de 7, 16 y 38 pesetas para las cartas urbana, interurbana e internacional, respectivamente. Otro de los argumentos que Ramón Soler esgrime en su favor es el de que disminuyen cada año las reclamaciones.

El teléfono ha terminado por imponerse a la comunicación escrita. Al 51% de las familias españolas -cifra que cubren aproximadamente los ocho millones y medio de abonados- les resulta más cómodo resolver el problema de su comunicación o de transmisión de mensajes a través de los hilos instantáneos.

Si en las cartas existían sustanciales diferencias sociológicas entre las zonas urbanas y rurales, desde el punto de vista de la comunicación telefónica esta diferencia es brutal, ya que mientras que el 80% de las familias que viven en las grandes ciudades tiene teléfono, tan sólo el 20% de las zonas rurales disponen de él. El número mayor de llamadas telefónicas se registra, según fuentes oficiales de la Compañía Telefónica, en Navidad y en las celebraciones de santos que afectan a muchos españoles con nombres muy comunes, como José o Josefa, Pilar, Concha... Éstas son justamente las fechas en las que también aumentaba antes el número de cartas personales, sustituidas ahora en buena medida por la llamada telefónica.

La sustitución del mensaje epistolar por la conversación telefónica no parece haber sido muy gratificante para el usuario, a juzgar por determinados datos que registra la Telefónica. Los españoles no abusan precisamente del teléfono, ya que el 70% de los abonados pagan al mes 1.200 pesetas, es decir, prácticamente la cuota mínima.

Aun así, el español continúa con la fiebre del teléfono, ya que en 1983 se registraron 780.000 peticiones, de las que 635.000 se transformaron en altas. Paradójicamente, 200.000 abonados se dieron de baja en este año. A pesar de que en España se registraron el año pasado 2.485 millones de conferencias telefónicas, el volumen de llamadas telefónicas es en este país mucho más bajo que el de los países avanzados de Europa.

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