La división del Primero de Mayo
LA DECISIÓN adoptada por los dos sindicatos mayoritarios -CC OO y UGT- de convocar por separado los actos del Primero de Mayo vuelve a plantear el debate sobre el sentido de la jornada y sobre la conveniencia de que las centrales organizadas -a las que están afiliados sectores minoritarios de la población trabajadora- exijan el protagonismo exclusivista de esa celebración. En teoría, la conmemoración de los mártires de Chicago; transformada por la II Internacional en símbolo de la lucha por la jornada de ocho horas y de la unidad de los trabajadores, debería servir para que, al menos por un día, las centrales olvidaran sus diferencias. Paradójicamente, durante los dos últimos años el Primero de Mayo ha servido justamente para lo contrario, ya que CC OO y UGT han aprovechado la jornada para echar un pulso sindical y para poner a prueba sus respectivas capacidades de convocatoria.El pasado año UGT decidió renunciar a la tradicional manifestación y organizar en solitario una concentración político-festiva en Madrid. La idea fue criticada incluso por sectores de la central socialista, que advirtieron del peligro de transformar el Primero de Mayo en una demostración sindical teñida de los malos recuerdos folklóricos del régimen anterior. Comisiones Obreras convocó, por su lado, su propia manifestación, en la que no faltaron violentos ataques hacia el sindicato socialista. Aunque la lucha de cifras se resolviera a favor de CC OO, los perdedores de la jornada fueron todos los trabajadores. Y posiblemente muchos asalariados se cuestionaran en aquella ocasión su afiliación a unos sindicatos que anteponen sus propios intereses y su deseo de protagonismo al interés de los trabajadores.
Este año las dos centrales han vuelto a las andadas. La carta remitida por Marcelino Camacho, secretario .general de CC OO, a Nicolás Redondo, secretario general de UGT, para proponerle la celebración conjunta del Primero de Mayo no tuvo respuesta. Mientras CC OO se dispone a realizar su manifestación tradicional, UGT ha decidido centralizar los actos en Bilbao y dar a la conmemoración un carácter político-festivo: rnanifestación, mitin -con intervención del presidente del Gobierno, en su calidad de secretario general del PSOE- y festival musical.
Extraña, en cualquier caso, que ambas centrales hayan olvidado el origen y el significado de la fecha. El Primero de Mayo tuvo desde sus comienzos un sentido reivindicativo y unitario. La anteposición de los intereses corporativistas de las centrales a los intereses de sus representados puede ser explicada tanto por la tendencia de las burocracias sindicales a reforzar su poder como por razones estrictamente políticas. Para nadie es un secreto la dependencia funcional de UGT respecto al PSOE -ahora en el Gobierno- y de CC OO respecto al PCE, así como la voluntad de socialistas y comunistas de instrumentar, al servicio de estrategias hoy encontradas, sus respectivos aparatos sindicales. La presencia de Felipe Gónzález -en su triple e indisociable condición de presidente del Gobierno, secretario general del PSOE y afiliado a UGT- en el mitin de Bilbao y la creciente influencia de los dirigentes de CC OO en el PCE hacen superflua cualquier otra prueba. Ahora bien, aunque CC OO y UGT sean, hoy por hoy, las principales centrales obreras, sus bajos niveles de afiliación, su escasa implantación laboral, sus deficiencias organizativas y su mala situación financiera les deberían disuadir de la pretensión de arrogarse un protagonismo exclusivista. La afirmación de que el Primero de Mayo es la fiesta de los trabajadores y no de los aparatos burocráticos de los sindicatos sigue siendo válida.
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